Sr. Director:
"Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un hombre o una mujer prisionero del momento, que no sabe atesorar su historia, no sabe leerla y vivirla como historia de salvación.
En cambio, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos interpretar las inspiraciones interiores y los acontecimientos de la vida a la luz de las palabras de Jesús". Son palabras de la homilía del Santo Padre Francisco, en la Santa Misa que presidió en la solemnidad de Pentecostés, en la Basílica Vaticana, pero que no pasan de actualidad.
El Papa explicó el sentido profundo de aquella efusión extraordinaria, que significó el descendimiento del Espíritu Santo sobre los discípulos reunidos en el Cenáculo. Una efusión, que no permaneció única y limitada a aquel momento, sino que es un evento que se renueva y sigue repitiéndose. Cristo, glorificado, continúa realizando su promesa, enviando sobre la Iglesia el don del Padre en Espíritu Santo.
Y es que no podemos olvidar que el Espíritu Santo nos enseña el camino; nos recuerda y nos explica las palabras de Jesús; nos hace orar y decir Padre a Dios, nos hace hablar a los hombres en el diálogo fraterno y en la profecía. No obstante le tenemos olvidado, San Josemaría Escrivá le llamó "El Gran Desconocido" y que razón tenía.
Valentín Abelenda Carrillo