Se ha emitido por la tele un anuncio que indigna y avergüenza a toda persona con sensibilidad y respetuosa con los grandes temas de la vida humana, uno de ellos la muerte; a mi personalmente me produjo estupor, asombro y dolor, porque es en estas fiestas precisamente cuando más se añora a los seres queridos.
El susodicho anuncio no trata de sexo (ya hay bastante con las colonias y otros), sino trivializa algo tan doloroso como desprenderse de lo último que nos queda de alguien que supuso mucho para nosotros.
Lo explicaré a grandes rasgos: un grupo de personas al borde de un acantilado se dispone a arrojar al mar los restos de una amiga. Después de unas palabras en las que se comenta la asistencia ha dicho acto de las distintas parejas de la difunta echan la ceniza al mar con el comentario: hacemos lo que tu querías, hasta ahí pasable.
Panorámica del mar, al fondo un yate y del mar sale la nube de los restos que ondulando se acercan al barco donde hay un grupo de amigos celebrando algo, los va rodeando hasta que condensándose se posa en un frasco de licor, y ahora: frase de la persona que arroja las cenizas al mar ¡y va sin pintar! sin comentarios.
Me avergüenzo y me duele que algo tan serio como la muerte se banalice de tal manera.
Sé que para que un anuncio tenga resonancia en el público debe ser o muy bueno o muy malo. ¿Pero, que límites tienen los publicistas para conseguir las ventas? ¿Qué límites se pone la empresa para no contratar anuncios que atenten contra la dignidad y el respeto que se debe a las personas aún después de muertas?
Soledad de la Fuente