Poco a poco el Banco de España se sale con la suya. Su proceso para terminar con las cajas de ahorros y convertirlas en bancos va por buen camino, y su proceso de reducción de sucursales y plantillas a costa de forzar fusiones, también. Lo cierto es que el problema del sector financiero español no son las cajas de ahorros sino la actualización del valor de los activos, preferentemente inmobiliarios, especialmente el suelo.
Además, con ayudas públicas, ciertamente, los bancos alemanes, británicos y franceses están terminado su proceso de saneamiento y ahora comienzan a mirar hacia España. Hablamos de reconversión bancaria europea, pero los bancos indígenas, sobre todo los medianos, prefieren que el asunto les pille con mayor fortaleza de balance. Desde luego, con Santander y BBVA no se puede contar. Su objetivo está en el exterior, no quieren más cuota en España. De hecho, la reconversión bancaria española terminará cuando Ana Patricia Botín suceda a su padre en la presidencia del Santander, momento en el cual Banesto se pondrá en venta. Pero no antes.
Por otro lado, la segunda rama de los Botín, la de Jaime, posee un banco, en liza con Crédit Agricole, con una ADN tan especial que le convierte en plato de difícil digestión para cualquiera, incluido para el especialista en absorciones, el Sabadell.
De hecho, el punto más candente de esa reconversión preventiva española, con visa a la entrada de nuevas entidades, es el Sabadell, que, tras devorar al Guipuzcoano pretende hacerse con el Banco Pastor, entidad que también pretende el Popular, liderado por un gallego, Ángel Ron. Pero el Pastor es difícil de rendir por las armas: la familia Arias Mosquera controla el capital. Y ojo, que el Sabadell no renuncia a nada: José Oliú tienta a La Caixa para compartir actividades bancarias.
Respecto a las cajas, ese invento rocambolesco llamadas las SIP, no atraviesan un buen momento. Así, en Barcelona, se insiste en que el resultado de la fusión entre Catalunya, Manresa y Tarragona, ahora Catalunya Caixa, exige replegarse a Cataluña y abandonar su red fuera de esa comunidad autónoma, y más grave es Unnim (Sabadell, Terrasa y Manlleu) que no pasó las pruebas de estrés y aún está por ver si puede seguir adelante o si sus activos acabarán en manos de otra entidad.
En resumen, comienza el segundo asalto. Mirando hacia la posible entrada de entidades europeas, los medianos Popular y Sabadell tratan de crecer y alguien, no se sabe quién, deberá quedarse con los despojos del majadero proceso de fusión de cajas de ahorros puestas en marcha por el Banco de España.
Miriam Prat
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