Sr. Director:

Nuestro amado y bello líder, tras recogerse unos días en su palacete y reflexionar sobre las limitadas opciones que se le abrían si abandonaba la presidencia por amor, al final fue vencido por su espíritu de sacrificio y se sobrepuso a sus ansias de retirarse a la República Dominicana en un doloroso pero merecido exilio voluntario. Ni la derecha extrema ni la extrema derecha con su máquina del fango y sus despiadados bulos, habían logrado herir siquiera tangencialmente su rocosa honorabilidad. Y menos aún, la virginal integridad de su laboriosa esposa, la catedrática doña Begoña, empoderada y emprendedora dama criada en un hogar dominado por la exquisita moralidad de los negocios ejemplares de don Sabiniano. 

Pero no. Todas aquellas patrañas fangosas propagadas por bulerías desde los medios de la derecha extrema y la extrema derecha, atribuyendo cosas inimaginables a una mujer progresista, perdieron su veracidad en solo unas horas ante el contundente argumento democrático de la presencia de masas ingentes de manifestantes venidos de toda España que, a gritos y alguna que otra convulsión vicepresidencial, reclamaban la permanencia al timón del amado bello líder y de su diligente esposa. A este fin resultó también de gran convicción, la desinteresada e inquebrantable adhesión de jovencísimos intelectuales y subvencionados profesionales de la comunicación y la farándula. 

Por eso, cuando nuestro amado y bello líder pronunció en su discurso la palabra «regeneración», no hizo falta más para saber que había llegado la hora de «regenerar» a periodistas, políticos opositores, jueces... y hasta la Constitución.