El narcisismo es autodestructivo
Cierto: no son los locos los que se vuelven malos, son los malos los que se vuelven locos. De hecho hay locos buenos y locos malos y la gente no hace cosas malas porque esté loco, más bien se vuelve loco tras perpetrar muchas maldades. Pero en la actual situación límite que atraviesa España, esto puede resultar un triste consuelo.
La libertad de expresión en Internet, sede del nuevo periodismo ciudadano, es la base de la democracia en el siglo XXI. La presunta lucha contra el bulo sólo es una consecuencia más de la tenebrosa implantación de los delitos de odio, la normativa más liberticida de la modernidad
La telenovela de los cinco días de retiro, para acabar diciendo que se sacrificará por nosotros quedándose en el poder, el convencimiento general de que jamás pensó hacer otra cosa, la posterior entrevista en RTVE (nunca se vio cosa igual) para terminar con su espeluznante discurso del jueves en Cataluña, donde habló como el buen comunista que se refiere a "los de arriba y los de abajo", alocución de inequívoco corte podemita, sin ambages y, por último, su ruptura, no con la Constitución sino con la cordura, defendiendo la aplicación de la censura previa, es decir, preventiva, lo que nos retrotrae, al menos en España, a antes de 1966, de la ley Fraga de prensa... ha llevado a la 'opinión publicada', a preguntarse si el narcisismo y la egolatría han hecho enloquecer al presidente del Gobierno.
Cercenar la libertad de prensa es grave porque afecta a los intermediarios llamados periodistas. Cercenar la libertad de expresión nos afecta a todos y cada uno, a la ciudadanía, al pueblo, en su totalidad manifiesta
Si ya sé que el poder es muy cobarde y jamás expresa sus convicciones en público. Tan solo en privado, para que los periodistas las repitamos ante las multitudes, pero lo cierto es que el Pedro Sánchez salido de su retiro espiritual se parece más a un orate totalitario del siglo XX que a un presidente ambicioso del siglo XXI, un siglo en tantas cosas peores que el XX, sí, pero no en lo que respecta a la libertad de expresión.
La egolatría de Pedro Sánchez le ha llevado a su obsesión por destruir, no sólo la libertad de prensa, sino también la libertad de expresión, que es mucho más grave. Su ataque contra la prensa digital precede a un ataque contra la libertad de hablar por la Red y esto es mucho más grave que aquello.
Cierto: no son los locos los que se vuelven malos, son los malos los que se vuelven locos. Pero en la actual situación límite que atraviesa España, esto puede resultar un triste consuelo
La libertad de expresión en Internet, sede del nuevo periodismo ciudadano, es la base de la democracia en el siglo XXI. La presunta lucha contra el bulo sólo es una consecuencia más de la tenebrosa implantación de los delitos de odio, la normativa más liberticida de la modernidad, donde se invierte la carga de la prueba: si quieres laminar a alguien no tiene más que acusarte de que le odias... y tú te verás obligado a convencerle de que no le odias. Y en ocasiones resulta complicado.
En cualquier caso, cercenar la libertad de prensa es grave porque afecta a los intermediarios llamados periodistas. Cercenar la libertad de expresión nos afecta a todos y a cada uno, a la ciudadanía, al pueblo, en su totalidad manifiesta.
Así que la pregunta sigue en pie: ¿Nos gobierna un loco o tan sólo se trata de una podemización de Pedro Sánchez?
Por cierto, hoy se celebra el Día Internacional de la libertad de Prensa. Sin comentarios. Y muy oportuno el comentario de los periodistas adictos a La Moncloa, entre ellos doña SIlvia Inchaurrondo, convertido en balas contra sus compañeros. Lean el manifiesto, que se las trae.