Juan Luis Cebrián está a punto de terminar con el Imperio Polanco y de convertir a la familia en reina madre del entramado que creó. Primero se libró de Javier Díez Polanco, juego de Jaime Polanco, y ahora sólo le queda Ignacio y Manuel Polanco, cada vez más propietarios y menos gestores. Pancho Pérez González tampoco mueve un dedo e Ignacio Santillana está totalmente entregado a Cebrián. A pesar de su edad y sus dolencias, Janli Cebrián ha impuesto su estrategia de venta por paquetes, al menos hasta allí donde ha podido y de amedrentamiento de la banca que ha cedido ante PRISA -y ante el otro grupo zapatista, Mediapro- por el pánico que les provoca enfrentarse al progresista Cebrián.
La nueva es que Cebrián pretende colocar toda la plataforma Digital a Silvio Berlusconi, ya propietario de Cuatro. Mediaset y Telefónica se reparten el 44% del capital, y Janli está dispuesto a entregárselo entero y seguir su camino con El País, la SER, el grupo iberoamericano y lo que le queda de Ediciones Santillana. En el periodismo escrito del futuro, en Internet, Janli lo intenta pero con poco éxito.
Por su parte, Berlusconi, está dispuesto, porque pretende entrar en la plataforma de TV de pago por satélite y emular a Murdoch. En Telefónica miran para otro lado y rezan para que la oferta no sea firme.
Eso sí, antes de vender el control de Mediaset a Berlusconi, Cebrián pretende aprovechar su victoria judicial sobre Mediapro-La Sexta a costa de los derechos del fútbol. De esta forma, si se llega a un acuerdo con Jaume Roures el valor de Digital aumentaría, aunque lo cierto es que el catalán se ha echado al monte y quiere todos los derechos para él.
De cualquier forma, la jugada maestra de Cebrián para arrinconar a los Polanco consiste en la operación Liberty. Con ella, la suma las acciones de los Polanco y sus socios, los Pérez, bajará del 30%, mientras el voto político de los fondos americanos los administrará el CEO, que es Cebrián. La familia de Jesús Polanco se sitúa ya en la puerta de salida del Imperio PRISA. Manuel Polanco ha intentado reaccionar, pero demasiado tarde. Recuerden que el 25% de Editorial Santillana, recientemente vendido, otorga a esta pieza del imperio más valor que la capitalización de todo el grupo, agobiado por la deuda financiera. Agobiado hasta cierto punto, porque Juan Luis Cebrián no piensa pagar a los bancos. No sería democrático.
Es una nueva etapa. Desde la muerte del anterior jefe del Estado, El País y la SER han ostentado el 50% de la influencia de los medios españoles. Ahora no influyen nada, aunque aún detentan el 50% del poder, es decir, la capacidad de hacer daño y esa capacidad Cebrián la utiliza con maestría. Cuatro es un desastre que no cambia nada y, además, ya ha entrado en la esfera de Berlusconi, de Tele 5. Dicho de otra forma: PRISA se muere y la familia Polanco ya sólo aspira a quedarse con la Presidencia honoraria. El que manda es Juan Luis Cebrián que tendrá que venderlo todo y quedarse con el núcleo duro -El País y la SER y lo que pueda penetrar en Internet, donde no ha hecho otra cosa que fracasar-, es decir, con lo suficiente para seguir amenazando a políticos y banqueros y para mantener una proyección internacional, estilo Bildelberg y compañía. PRISA lo fue todo en la España del siglo XX, en el XXI empieza a no ser nada. Janli Cebrián es un hombre de la era de las conspiraciones -donde se movía como pez en agua-, no en la época de los consensos, porque se morirá sin entender la WWW. Ahora, en la recta final de su vida profesional, manda más que nunca, pero ese mando absoluto es la recuperación que precede al óbito. Suele pasar. Eso sí, ha suplantado a sus patronos, que no deja de ser el sueño de todo buen progresista.
Eulogio López
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