- En el apogeo de su popularidad, Juan Pablo II y Benedicto XVI tenían a su favor al pueblo cristiano, pero tenían en contra a todos los otros.
- "¿Quién soy yo para juzgar" es ahora asumido universalmente como el lema emblemático de las "aperturas" de este pontificado.
"Con Francisco, por primera vez desde tiempos inmemorables, un Papa es elogiado no sólo por los suyos, sino casi más todavía por los de afuera, por la opinión pública laica, por los medios de comunicación seculares, por gobiernos y por organizaciones internacionales", señala el artículo que incluye un gráfico (en la imagen). Y añade que inclusive ese informe de una comisión de la ONU que en los primeros días de febrero atacó ferozmente a la Iglesia lo ha preservado, inclinándose a ese "¿quién soy yo para juzgar", ahora asumido universalmente como el lema emblemático de las "aperturas" de este pontificado.
Respecto a los otros papas, Magister recuerda que Juan Pablo II fue criticado duramente por su postura en contra de dar la comunión a los los divorciados que se han vuelto a casar. Así como por su encíclica 'Veritatis splendor', dedicada a los fundamentos naturales y sobrenaturales de las decisiones morales, contra el arbitrio de la conciencia individual. Y al año siguiente publicó otra encíclica, la "Evangelium vitae", terrible contra el aborto y la eutanasia.
Respecto a Benedicto XVI, recuerda Magister, "la opinión pública laica estaba totalmente en contra suya, inclusive en el atrio de casa, hasta el punto de bloquearle el acceso a la universidad estatal de Roma para pronunciar un discurso. Fue al comienzo del año 2008 y poco después se programó un viaje suyo a Estados Unidos, donde más implacables eran las críticas laicas a la Iglesia y al Papa en el terreno explosivo de la pedofilia".
El articulista italiano concluye que "la lección que se recoge es que el éxito de una Papa entre los fieles no está ligado automáticamente a su conformidad en las cuestiones cruciales. Dos Papas intransigentes como Juan Pablo II y Benedicto XVI han registrado índices de popularidad altísimos". Y añade que las "aperturas" de un Papa a la modernidad pueden, por el contrario, explicar el consenso que le llega desde afuera, desde la opinión pública laica. "Ésta parece ser la novedad de Francisco", afirma.
Aunque a Francisco no termina de agradarle: "No me agrada una cierta mitología del papa Francisco. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealizacion hay una agresión", ha dicho el actual Papa.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com