El problema no es Pedro Sánchez sino este pueblo de Granada, que ha decidido venerarle, que ha asumido su falso martirio, informa The Objective.

Insisto: el mal no está en Sánchez, sino en los 7,8 millones de españoles que le votaron el 23-J. Ojo, y ya no podían alegar ignorancia: llevaba cinco años en Moncloa.