Zapatero no afirma que vaya a reiniciar el diálogo con ETA, pero vuelve a insistir en las bondades del proceso de diálogo. Aceleró las condiciones para ganar esa batalla debilitando los apoyos a la violencia e incrementando las puestas políticas por la erradicación de la violencia. O dicho de otra manera, el proceso de paz sirvió para dejar fuera del mapa a los que se negaban a negociar, desautorizados por la propia izquierda abertzale.
Ahora la estrategia es la misma. Apoyar a aquellos que quieran bajarse del monte firmando un documento de condena de la violencia. Es el caso de la Tigresa y de otros muchos. Una política penitenciaria que respeta la escrupulosa legalidad, como dice Zapatero, pero que no es la que siempre se ha practicado, a pesar de lo que dice el presidente. Oreja tuvo etarras arrepentidos y no les ofreció beneficios penitenciarios aunque nos venía bien en nuestra estrategia.
Así que la posición es la misma que antes. Por una parte, lanzar el mensaje a ETA de que su única salida es la entrega de las armas a cambio de nada, señala Zapatero con firmeza. Por otra, guiño a la izquierda abertzale para que se avengan a las condiciones. Quien siga justificando la violencia, estará fuera de las instituciones. Batasuna ya sabe lo que tiene que hacer. O bombas o votos, que diría Rubalcaba. Por último, mensaje al PP: no volvamos a las andadas. No volvamos a abrir este tema en el debate político; llevamos un tiempo bien y eso nos ha llevado a éxitos. Da donde duele porque sabe que dentro del PP existe el debate de si abrir o no ese melón. Ahora Zapatero le dice a Rajoy que no es Acebes. Y Rajoy ya sabe dónde le llevó Acebes, así que el presidente da en el tendón de Aquiles.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com