Hace más de ciento veinticinco años que los franciscanos están presentes en Qunayeh.
Allí la presencia de cristianos era habitual, como lo era en el vecino Irak. Y no se trataba de una presencia testimonial, pese a ser minoría, sino de una presencia activa tanto religiosa, como social y culturalmente.
Toda esa riqueza, que ha generado enormes beneficios para Siria e Iraq, está siendo destruida y masacrada por grupos de terroristas extranjeros a quienes no importa ni la vida de los sirios e iraquíes, ni su historia, ni los frutos de una convivencia secular.
En este contexto, el pasado domingo un grupo islamista vinculado al Frente al Nusra saqueó el convento franciscano de Qunayeh, una localidad siria cercana a la frontera con Turquía, y secuestró a una veintena de cristianos, chicos y chicas jóvenes, junto al párroco, el padre franciscano Hanna Jallouf. Cabe esperar la suerte que correrán todos los secuestrados y de manera especial el padre Hanna.
Juan García