Ahora bien, las ayudas más importantes y, lo que aún es más relevante, el origen de la crisis bancaria, estuvo en la banca, los seguros, las hipotecarias y los intermediarios de inversión norteamericanos. Curiosamente, ni S&P ni Moodys castigaron a Estados Unidos. Muy al contrario, el legislativo norteamericano les llamó a capítulo, junto a la tercera en discordia, Fitch, para que dieran cuenta de su beligerancia: los calificadores de crédito no se dieron cuenta de que el crédito occidental estaba quebrado por culpa de la burbuja especulativa nacida y criada en Estados Unidos.
En el entretanto, Sarkozy solicita la vuelta la moneda única mundial, la neutralidad del dinero y el fin de la supremacía del dólar. Deberíamos escucharle.
Eulogio López
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