Allá por los años 80, el entonces presidente del Banco de Bilbao, Jose Ángel Sánchez Asiaín introdujo en España unas siglas que en el futuro darían mucho que hablar, OPA, acrónimo abreviado de Oferta Pública de Adquisición de acciones. Era un momento en que entre los periodistas económicos se hizo famosa la siguiente pregunta: Empecemos por el principio, ¿Qué es una OPA?.
De antaño a hogaño, las opas se han convertido en protagonistas absolutos del periodismo económico, lo que quiere decir que dicho periodismo se encuentra muy alejado de la economía real.
Con el tiempo, además, ha surgido un movimiento pro-opa, durante la última década del siglo XX, los lanzadores de opas eran los malos, repugnantes tiburones incapaces de respetar un señero pacto entre caballeros. Es decir, por lo general, un oligopólico reparto del mercado.
Por el contrario, con el siglo XXI los opadores han pasado ser los buenos de la película, gente liberal que lucha por unos mercados flexibles, por un sano crecimiento y por una mayor eficacia conseguida gracias a las sinergias que representan las precitadas opas. Y también esta tesis lleva su parte de razón: en efecto, los opadores no pretenden salvaguardar el oligopolio sino instaurar el monopolio.
Ahora mismo disponemos de dos ejemplos muy ilustrativos sobre las opas del siglo XXI: Arcelor y Endesa. De Arcelor podemos sacar edificantes conclusiones. Como se sabe el grupo indio Mittal se ha hecho con Arcelor tras una resistencia numantina de la dirección de la opada, que incluso llegó a llamar en su auxilio a los rusos de Severstal. ¿A qué se ha debido tan radical cambio de actitud por parte del Consejo de Arcelor? Pues muy sencillo, desde que se inicia la OPA hasta que se cierra el proceso, la oferta de mitad aumenta en un 45%. Con la OPA de Gas Natural sobre Endesa ha ocurrido lo mismo : comenzó ofreciendo 21,3 euros por acción pero el mercado sabe que tendrá que mejorarla muy sustancialmente durante las próximas semanas. Y por cierto, Gas Natural siempre ha argumentado que su oferta mejoraba el valor bursátil de Endesa en un 16%... por lo que debemos deducir que la Bolsa no dice realmente cuánto vale una empresa.
De las opas de GN y de E.ON podemos colegir otra aún más edificante conclusión. GN ofreció 21,3 euros por acción mientras los alemanes lo elevaron hasta los 27,5 euros. Ahora bien, una OPA siempre beneficia a los accionistas minoritarios, al menos a corto plazo, y a los especuladores, que son legión. Al tiempo perjudica a los directivos de la empresa opada, así como a los accionistas de referencia. Por tanto ante una OPA hostil los directivos se dedican al noble deporte de vaciar la caja. Dicho y hecho, desde el pasado martes, en que Endesa ha pagado un dividendo extraordinario lo que eleva hasta 2,4 euros el dividendo total por título con cargo al ejercicio 2005, las opas de GN y E.ON se han reducido en la misma proporción.
En definitiva el cachondeo del juego de las opas se deja ver en que Mittal decide que, de buenas a primeras, Arcelor, la misma Arcelor vale un 45% más mientras Gas Natural reconoce implícitamente que su oferta por Endesa también se queda corta y, todo a un tiempo, el equipo directivo de Endesa descubre que puede multiplicar su dividendo sin que se resienta su solidez contable. Todo de lo más lógico.
Antes hemos dicho que beneficia a especuladores y accionistas minoritarios y perjudica a accionistas de referencia y a directivos. Lo que en el fondo no es cierto, dado que accionistas de referencia y directivos siempre acaban llevándose el mejor de los pellizcos, aunque sólo sea por arriar bandera blanca y dejar de ser un incordio para el opador. No, los que realmente salen perjudicados en una OPA son los trabajadores y los clientes, el caso de los trabajadores es obvio. Los despidos masivos son las famosas sinergias que cantan los manuales de alta dirección. En los años setenta los sindicatos exhibían pancartas con aquella famosa leyenda: Y a ti, ¿qué maquina te va a sustituir? Falsa leyenda porque las máquinas nunca han reducido el empleo -al contrario, lo han aumentado- pero las fusiones sí. Las fusiones aceleran el proceso mundial de subcontratación, es decir, de precarización del empleo. El maquinismo conseguía que las ganancias de productividad se lograran a costa de innovación tecnológica, mientras que las fusiones lo único que consiguen es que las ganancias de productividad se consigan a costa del empleo, y el único trabajo que se crea es el de los bancos de inversión que, si la rueda de las fusiones se paralizara, simplemente tendrían que echar el cierre. La economía que más gana con la marea de fusiones es la economía financiera, es decir, la especulación pura y dura.
Pero aún hay alguien que resulta más afectado por la marea de fusiones, el cliente, la razón también resulta obvia. Al acentuarse el proceso de concentraciones no sólo es que suban los precios sino que sencillamente, el cliente ha de adaptarse a las condiciones que impone la multinacional. No es que los productos sean caros, es que son únicos: el Windows de Microsoft.
Así que menos cachondeo, las opas pueden ser muy legales, incluso difíciles de detener. A lo mejor incluso, tenemos que reconocerlas como irremediables, pero hay que ser muy estúpido para cantar sus alabanzas. Salvo que seas el opador, claro está, o trabajes en un banco de negocios.
Eulogio López