Si el Parlamento de Cataluña prohíbe las corridas de toros y no los correbous y los toros embolados, es difícil que en el resto de España entiendan que se hace para evitar el sufrimiento de los animales; lo más probable es que lo vean como una medida antiespañolista, consecuencia de considerar las corridas como un signo de identidad española. Con lo cual se está fomentando la antipatía hacia Cataluña de amplios sectores de las otras comunidades autónomas.
Por el contrario, si esta medida o cualquier otra de signo nacionalista como el considerar Cataluña como una nación, que no tiene porque implicar Estado propio se identifican como una manifestación de afán independentista, y promueve muchas horas de tertulias televisivas y radiofónicas y gran número de artículos, que desde Cataluña se identifican como anticatalanistas, lo que fomentan es la exacerbación del nacionalismo moderado, que no siendo independentista puede acabar siéndolo. Es decir, se está fomentando aquello que se critica.
La visceralidad en los planteamientos nacionalistas sean catalanistas o españolistas no creo que favorezcan el entendimiento y las buenas relaciones entre todas las comunidades del estado español. Tendría que hacer pensar a unos y a otros
Federico Gómez Pardo