La responsabilidad no es de Henry, es del árbitro. Lo dice Rabah Madjer, el más famoso futbolista de la historia argelina, en referencia al polémico partido Francia-Irlanda, que calificó injustamente a los galos cuando Henry se llevó la pelota con la mano.

Pues no, Rabah. La culpa no la tiene el árbitro, que fue el engañado porque no vio la mano que sí vio la cámara. La culpa la tiene Henry, que es un fullero.

Y el juicio es preocupante por resultar cada día más generalizado. Por ejemplo, escucho a cada vez más economistas que el apalancamiento, el excesivo endeudamiento de las grandes empresas, facilitado por los grandes bancos, ha sido una de las causas sí, de las crisis económicas, pero que la culpa la tiene el regulador, es decir, el Gobierno y la autoridad monetaria, que ha puesto los tipos casi a cero. Pues no, la culpa no la tiene quien le permite endeudarse sino quien se endeuda y la culpa de un asesinato la tiene el asesino, no la policía por no haberlo evitado y la culpa de una estafa la tiene el estafador, no el regulador. Al segundo, al igual que al árbitro del Francia-Irlanda, se le puede acusar de negligencia, pero los culpables son los fautores, no los supervisores de un hecho.

Todos buscamos eludir nuestras responsabilidades -salvo los políticos, que no dejan de asumirlas aunque nadie sabe qué significa la tal asunción- pero la elusión total de responsabilidad consiste en echarle la culpa al árbitro. Hasta ahora esa corruptela moral se circunscribía al fútbol y tampoco resultaba muy preocupante pero ahora se extrapola a cualquier otra cosa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com