Rajoy lee, Rubalcaba improvisa. Fallo del PP. Rajoy imparte lecciones a Rubalcaba y éste le trata como si ya fuera presidente. Fallo del PSOE. Rubalcaba extrae los defectos del programa del adversario mientras Rajoy no concreta sus propuestas. Ganó Alfredo. Rajoy sereno, Rubalcaba tenso y agresivo, ganó Mariano.
Todo eso es cierto: ¿Y qué? Un debate político no es un partido de fútbol. No se trata de ganar ni de perder sino de explicar los principios de cada uno y cómo se aplican a la situación actual, marcada por la crisis.
Rubalcaba miente como un poseso. Yo creo que es un mentiroso que se cree sus propias mentiras. Además, como está convencido de que va a perder, puede permitirse el lujo de prometer lo que sabe que no podría cumplir.
Rajoy es un tibio. Para él la política consiste en permanecer, según el dicho grouchomarxiano: "Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros". Por eso, cuando Rubalcaba le mencionó el caca-culo-pedo-pis de la progresía, es decir, aborto, PDD, manipulación de embriones y homomonio, Rajoy prefirió no responder, siguiendo su máxima de definirse como abanderado del derecho a la vida y hacer justo lo contrario. Desvió la atención salvo para incurrir en la tontuna de que lo del matrimonio homosexual no es más que una mera cuestión de nombre. Pues no, Mariano, príncipe, no es una cuestión de nombre, sino de concepto, ya sabes, como la nueva cocina.
Ni hablar de corrupción y de terrorismo. Pacto al canto en el duopolio. Quizás porque, como ya hemos dicho en Hispanidad, caminamos, si no hacia un gobierno de concentración, sí hacia un pacto PSOE-PP por los recortes económicos, y hay que ir ensayando en materia de corrupción y de terrorismo. Porque, por entendernos, la política económica del próximo Gobierno, gane el PP o el PSOE, será la misma: la que dicte Alemania y a favor de don Mercado Financiero.
Otrosí: un debate como el del lunes es una estafa. Manuel Campo Vidal, el hombre capaz de tragarse camellos, despidió la magna retrasmisión asegurando que había sido una muestra de pluralismo político. Pluralismo no, duopolio. Y es lo malo del duopolio: si le quitas un elemento se convierte en monopolio.
Desde lo de ayer, cada vez tengo más claro que votaré en blanco. Abstención nunca, pero el voto en blanco cada día me convence más.
Eulogio López
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