Casado y Maroto
Para el Nuevo Orden Mundial (NOM) los católicos -al menos, los católicos normales, que no sean católicos raritos- son “ultracatólicos”. El progresismo, obra del NOM, ha conseguido que cualquier cristiano salvo que sea de carácter ‘onegero’, pase a ser un peligroso extremista y un presunto delincuente por razones de odio.
Pablo Casado cometió el grave error de convertir en su mano derecha a Javier Maroto, jefe de campaña y en su mano izquierda a la portavoz parlamentaria Dolors Montserrat, ambos adalides de la ideología de género.
Ya era progre. Y así, lo primero que hizo fue reivindicar la ley de aborto de Felipe González, de 1985, considerando que era mejor ley que la de Zapatero, (2010), cuando resulta que la primera superó en número de abortos a la segunda, llegando a sobrepasar la cifra de los 100.000 abortos quirúrgicos anuales.
Aconsejado por Maroto, Casado ya califica a Vox de ultraderecha, mientras Rivera se frota las manos: Casado juega en su terreno
Al parecer, no se había enterado de que había surgido un partido político llamado Vox, que, sin ser especialmente provida, le iba a arrebatar 2,5 millones de votos.
Pues da lo mismo: el presidente gallego Núñez Feijóo, el presidente del PP vasco, ex ministro Alfonso Alonso (el gran compañero de Soraya Sáenz de Santamaría) y el propio Maroto, quien se ha quedado sin escaño, insiste en que debe caminar hacia el centro, la moderación, alejarse de fanatismos, abrir las puertas a todos y, sobre todo, abrir la mente. Y ya saben: tener la mente abierta es como tener la boca abierta: un signo de estupidez.
Esto es lo es lo que se llama correr con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios. Y así, Pablo Casado ya ha iniciado su viacrucis hasta el 26 de mayo, nueva cita electoral, calificando a Vox de ultraderecha. Lo que significa, que si el 28-A los de Santiago Abascal le quitaron 2,5 millones de votos, el 26-M a lo mejor le quitan 4 millones.
A los progres del PP hay que recordarles que tener la mente abierta es como tener la boca abierta: un signo de estupidez
Pero la técnica queda clara: cuando, con tan profundos consejos y brillante estrategia, se vuelva a pegar el golpe, Feijóo, Alonso y Maroto rematarán al moribundo. Lo harán, claro está, para modernizar el PP.
Al parecer, Pablo Casado no ha caído en la cuenta de que su derrota electoral se debe a los millones de españoles que se sienten traicionados por un partido que ha abdicado de sus principios.
Y así, los que luchan por una serie de valores morales (como la vida, la familia o la libertad de enseñanza) se han ido a Vox. Los que están hartos de los nacionalismos catalán o vasco votan a Ciudadanos. ¿Quién, y para qué, va a votar el PP? Quienes aconsejan a Casado que se haga el progre no reparan, o no quieren reparar, en que ya tiene al acelerado Albert Rivera para votarle. En cualquier caso, ¿por qué iban a votar al PP?
Pero Casado, en lugar de mirar atrás y reparar la traición del PP continúa haciendo caso de sus amigos, en lugar de volver a ser leal a los principios del PP. ¿Para cuándo el funeral?