Mario Draghi, presidente del BCE, que ha publicado su informe económico 2017
El BCE dedica, en un informe anual 2017, un capítulo entero, el 3, a analizar los riesgos y puntos débiles del sistema financiero de la zona del euro, en el que vuelve a plantear las fusiones y adquisiciones bancarias transfronterizas con el fin de “reforzar la integración de la banca minorista”, algo que no es nuevo, pero que tiene una lectura menos eufemística: más cierres de sucursales y ajustes de plantilla.
Paradójicamente, ese proceso se ha vivido de un modo singularmente dramático en España, con un acusado balance de concentraciones en el sector, precisamente en el mismo país, a diferencia de la banca europea, donde la principal fuente de ingresos procede de la banca al por menor.
Pero Draghi eleva el foco a Europa y tiene en cuenta, además, la ayuda en ese sentido de “la culminación de la unión bancaria” y de otras medidas como la armonización de la normativa tributaria y de insolvencia.
El BCE plantea una serie de retos a los bancos, al tiempo que asegura que la mejora de la economía les ha dado una oportunidad para seguir reforzando sus balances y ha contribuido a estabilizar su rentabilidad: más volúmenes de negocio, a los menores costes por deterioro de activos, el recorte de préstamos dudosos -del 8% del total en 2014 al 5,2 % en 2017 y con mejores ratios de solvencia (el CET1, en el 14,5% en tercer trimestre del año pasado).
Para el BCE, los bancos han reforzado sus balances, sobre todo, por la mejora de la economía
No obstante, a juicio de Draghi no basta y plantea ir a más. Se refiere, en esa línea, no sólo a las fusiones y adquisiciones; también a “una mayor concentración y digitalización del sector bancario” para mejorar la eficiencia de costes y las medidas para reducir más los préstamos dudosos, que podrían contribuir a intensificar la actividad bancaria transfronteriza, favoreciendo “una mayor diversificación geográfica de los ingresos”.
Con todo, el análisis de los riesgos sistémicos constata una “evolución favorable” de la estabilidad financiera por la mejora de las perspectivas de crecimiento, a pesar de una mayor incertidumbre política en algunos países europeos (provocó ciertas tensiones de deuda soberana a principios de 2017), y de una subida de los tipos de interés.
Con todo, el BCE se refiere a cuatro riesgos en 2017 para esa estabilidad financiera de la zona del euro:
- -Un posible reajuste “abrupto y significativo de las primas de riesgo a escala mundial”
- -Las perspectivas de rentabilidad de los bancos.
- -La inquietud sobe la sostenibilidad de la deuda pública y privada.
- -La expansión de los fondos de inversión por la mejora de las perspectivas y menor volatilidad.
Llama la atención, sin embargo, la advertencia del BCE en el segundo punto, la rentabilidad del sector bancario. Ha mejorado, confirma, por el aumento de ingresos que no proceden de la actividad de intermediación. En términos de rentabilidad de los recursos propios, pasa del 2,5% a 3,2%.
Las entidades financieras tienen más negocio, a menor coste, menos préstamos dudosos y mejor solvencia
Pero la evolución en esa mejora depende de dos medidas de política monetaria, señala, lo cual es lo más parecido a un chantaje. En concreto, el entorno de bajos tipos de interés, que comprime los márgenes, y el tipo de interés negativo para los depósitos del BCE (coste sobre el exceso de liquidez).
Vamos, es como si el BCE avisara de cómo iría mejor, pero sigue haciéndose de rogar a cambio de que se active su receta básica: fusiones, menos sucursales, más despidos.
Y ahí sigue, al señalar que el margen de maniobra que queda a los bancos para compensar esa situación está en el efecto positivo de la expansión económica, los menores gastos por provisiones y el mayor volumen de crédito.