Cataluña. Una maestra se pone muy nerviosa porque una alumna de diez años pinta una bandera de España con un cartel que dice Viva España. La maestra pierde los estribos le tira de la silla y le arrastra fuera de la clase.

Las lesiones han sido leves, así que no puede hablarse de excesiva violencia. Es más, el separatismo catalán presume de pacifismo porque su violencia nunca es extrema y porque, por lo general, no es violencia, sino intimidación.

Es la palabra clave para describir lo que ocurre en ese paisanaje raro que es la Cataluña de hoy: intimidación. Lo empleó uno de los fiscales del juicio del ‘procés’ durante sus conclusiones: clima de intimidación, afirmó.

Otras formas violencia además de la física: la injuria, la calumnia, la difamación, la maledicencia, el desprecio... la intimidación

Ya no es que los separatistas no distingan otra violencia que la física, ignorando otra formas de violencia, como la injuria, la calumnia, la difamación, la maledicencia, la injusticia o el desprecio.

No, es simplemente la intimidación permanente, esa atmósfera que fuerza a una maestra a ensañarse con una criatura de 10 años porque ha pintado la bandera del enemigo.

Intimidación… e impunidad.   

Y recuerden: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. Si no hay perdón -y sin arrepentimiento de nada sirve el perdón-, no habrá justicia, y en la injusticia surge la violencia que finiquita la paz.