• EEUU. Era un delincuente y un racista pero mató al grito de Alá es grande.
  • Tres muertos en california en una extraña violencia: racismo, yihadismo y locura.
  • Pero la primera reacción de la policía asegura que no era yihadista sino racista: odiaba a los blancos.
  • Mientras, los musulmanes franceses se especializan en el intento de asesinato a candidatos presidenciales.
Al menos, tres personas asesinó el chiflado que, en una ciudad de California, se puso a disparar al grito de Alá es grande. Pero, miren por dónde, resulta que la policía asegura que no era yihadista sino racista. De postre, resulta que era un delincuente. Es una extraña violencia la que nos asola, propia de un mundo directamente encaminado hacia el caos. No sé si lo cogen: mataba en nombre de Alá pero odiaba a los blancos. Y de paso odiaba a todo el mundo, incluidos los negros, amarillos, cobrizos y malayos. Para ser exactos, debía odiar a todo el mundo salvo a sí mismo. Mientras, en Francia, los yihadistas se especializan en asesinar a candidatos a la Presidencia. Tampoco son muchos los objetivos y están muy vigilados, lo que hace su labor aún más difícil y meritoria. Es una extraña violencia esta que nos asola pero va en aumento. Para ser exactos, da la impresión de que ya no se sabe a qué obedece. No es violencia, parece caos. Y cuando se trata de caos, el motivo es lo que menos importa. Al parecer, no hace falta una razón para matar. Eulogio López eulogio@hispanidad.com