El panteísmo ecologista es la filosofía que subyace alrededor del gran lavado de cerebro del mundo actual.

Hemos cambiado a Cristo por el planeta azul, la madre tierra, la diosa Gaia y Avatar -¡Salvemos al planeta!- y nos disponemos a esclavizar a la humanidad para salvar al puñetero planeta, cuando todo el universo fue creado para salvar al hombre de la penuria.

Por el bien del planeta, el hombre cede su libertad

Naturalmente, para invertir esta jerarquía de valores se necesita mentir mucho y cuando la mentira resulta creíble es cuando el poder sacar tajada de ello. Y ya lo creo que la sacará: a través del pesadísimo cambio climático y otras amenazas telúricas, el hombre estará dispuesto a ceder su libertad a cambio de una seguridad... para colmo, falsa. Cree que, si salva al planeta, vivirá más, a ser posible eternamente. 

Y por vivir un año más, sacrifica su vida entera

No se da cuenta de que los médicos no nos han alargado la vida, nos han alargado la vejez. Y tampoco se dan cuenta de que el buen estado del planeta no se consigue a cambio de que el hombre retorne a la caverna. 

Es más, la constante argumental es que lo que es bueno para el hombre también es bueno para el planeta tierra... de las narices.

Los médicos no nos han alargado la vida: sólo la vejez

Pero, en cualquier caso, es la naturaleza la que debe estar al servicio del hombre, no al revés. El hombre, sólo al servicio de Dios.

Y luego está el siguiente paso, el transhumanismo; el hombre que para largar más su existencia, empieza a depender de la máquina. Es el ‘ciborg’, que ya ni repara en la naturaleza ni en la vida, sólo en la supervivencia.