Sobre San Isidro Labrador, patrón de Madrid y de los agricultores, pueden extraerse, cuando menos, dos conclusiones.

La primera es que, a pesar de vivir hace 1.000 años (bueno casi nació en 1080), es uno de los santos españoles mejor documentados. Digo esto porque, para un porcentaje nada desdeñable de la población española el mundo empezó a existir hace un siglo, dos como mucho, y para otro porcentaje aún mayor, aunque no comenzara su existencia hace 200 años, la Edad Media es un tiempo de tinieblas y superstición sin interés alguno y, a más a más, pues resulta que nunca existió. Y si existió, pues no tenemos ni idea de la verdad o falsedad de lo que sabemos.

Una chorrada como otra cualquiera, pero los tópicos no se refutan: es más práctico alentar su reiteración hasta que mueran por afonía.

Pues miren por donde, de San Isidro sabemos muchas cosas. 

Encima, pagamos a los campesinos, no por producir, ni por limitar la producción: esta es una generación de idiotas… preocupada por el cambio climático

La segunda es que es el santo capitalino es el santo de los agricultores… y de un Madrid donde el agro no se puede concebir.

Los cínicos aseguran que la Unión Europea, ahora en la encrucijada, y no sólo por las elecciones del 26-M, se fundó por dos razones: para perdonar a los alemanes el holocausto… y para que su penitencia por la barbarie nazi consistiera en pagarles el sustento a los ineficientes granjeros franceses. Así nació la Política Agraria Común (PAC) que sigue representando casi el 50% de todo el presupuesto comunitario y que ha provocado, entre otras cosas, el hambre en los países del tercer mundo, que no pueden competir con las generosas subvenciones europeas y norteamericanas a sus agricultores y la carestía artificial de la comida, que no deja de ser el número uno entre los bienes de primera necesidad.

En el mundo no faltan alimentos: sobran

Algún día, no sé en que siglo, la Política Agraria Común europea, así como la ‘farm bill’ o ‘Agricultural Act’ (las leyes de granja, para entendernos) norteamericanas desaparecerán, y entonces, veremos clara la relación entre esas subvenciones y el insulto que supone autolimitarse en la producción de alimentos, que a eso nos ha llevado el paga al agricultor por no producir, en lugar de hacerlo por lo contrario. Y luego hablamos de ‘bomba demográfica’. Dicho de otro modo: en el mundo, no faltan alimentos, sobran.

Esta es una generación de idiotas… preocupada por el cambio climático.

Un detalle final. La festividad de San Isidro Labrador es día de precepto, con obligación de misa dominical, para todos los residentes de Madrid que ese día estén en Madrid. ¿Han oído ustedes este aviso tan simple y tan necesario, en alguna iglesia madrileña? Yo no.