Mercedes González, delegada del Gobierno Sánchez en Madrid, progresista de pro, impresionada por las celebraciones sobre el fin del estado de alarma, ha echado la culpa a Isabel Díaz Ayuso, presidenta madrileña por fomentar, ojo al palabro, el “libertinaje”.

A mí, cuando los progres empiezan a emplear, como un insulto, se entiende, la palabra libertinaje, se me funden mis ya de por sí débiles esquemas cartesianos. Hasta ahora, con la pandemia se habían quedado en lo de “irresponsables” e “insolidarios”, pero ya lo de acusar de libertinaje… eso es nuevo.

Y esto es bello e instructivo porque nos descubre el destino natural del progresismo: del “prohibido prohibir” al todo está prohibido salvo lo que no esté estrictamente permitido. Si reparan en ello, es una transición lógica. Cuando en el mayo francés e inventó aquello del “todo es opinable” no cayeron en la cuenta de que en ese caso, ya había algo que no era opinable. Precisamente eso: que todo es opinable.

El asunto ha llegado a tal extremo que don Fernando Simón se encuentra, no enfadado pero sí decepcionado con el pueblo español, por las mismas celebraciones, tras tantos meses de encierro. Esto de festejar la libertad es fascismo puro. En cualquier caso, la actitud del inefable epidemiólogo recuerda la queja de la esposa: “No estoy enfadada, estoy dolida”. En ese momento es cuando hasta los viejos lobos del matrimonio se echan a temblar. Créanme: mucho mejor que la esposa se cabree a que se sienta “dolida”.

Como siempre, hay que irse a las injuriadas redes sociales para encontrar la respuesta -negacionista, por supuesto- a este curioso estado de cosas: en la viñeta de José María Nieto, humorista gráfico de ABC, está la explicación de las gallinas. Quien reclame un espacio de libertad de un fascista que está conculcando la seguridad de todos.

Libertad

Y recuerden que la tiranía del futuro -¿del presente?- se impondrá en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad, que es lo mismo. Y no necesitaremos represión alguna: nosotros mismos nos encargaremos de auto-reprimirnos y de reprimir al vecino.