• El problema es que eso no depende sólo de él.
  • La PPR (prisión permanente revisable) no es cadena perpetua pero lo intenta.
  • En España vivimos un exceso de garantismo, herencia progre de los años sesenta.
  • El ministro Méndez de Vigo se confiesa devoto de Kipling: ahora se entiende todo.
  • Así que témanse lo peor para el Pacto Nacional de Educación.
Consejo de Ministros del viernes 9 de febrero. Y en paralelo, el otro consejo, el barcelonés, el del 155, el presidido y portavoceado por el ilustre sorayista, Enric Millo. El Gobierno está preocupado por las encuestas. Con la excepción del CIS, todas dan ganador a Ciudadanos, con el PP a la baja, el PSOE casi, y Podemos estancado. Por eso, la orden que ha dado Rajoy es muy clara: ¡Aguantad la legislatura a cualquier precio! Como si hay que prorrogar los Presupuestos hasta que las ranas críen pelo. Hay que hacer algo, lo que sea. Por ejemplo, actualizar directivas: blanqueo de dinero, secretos empresariales, etc. O por ejemplo, fomentar los planes privados de pensiones, ahora que se sabe que las pensiones públicas no pueden funcionar sin incentivar la natalidad y sin retrasar mucho más la edad de jubilación. Luego está lo de la prisión permanente revisable, que no es una cadena perpetua pero lo intenta. No es mala idea, incluso se queda corta, porque en España tenemos un sistema extraordinariamente garantista, y eso sólo significa que el verdugo tiene todas las posibilidades de salir indemne mientras la víctima tiene que suplicar una justicia lenta y mala. En estas estamos: aguantad, aguantad. Y sus ministros obedecen. Lo que olvida Rajoy es que resistir hasta el final de legislatura, a finales del 2019, en principio, no depende sólo de él. Hay veces que se aguanta y hay otras en las que no se puede aguantar. También depende, por ejemplo, de Ciudadanos. Y en estas estamos cuando salen a escena los ministros Íñigo Méndez de Vigo y Rafael Catalá (en la imagen). El ministro portavoz, don Íñigo Méndez de Vigo, se confiesa devoto de Rudyard Kipling, el hombre de las Tierras Vírgenes, masoncete confeso e imperialista indeclinable. Quizás por ello, se siente en su salsa para recomendar a los periodistas que vayamos al carnaval. Siempre solícito a las supremas órdenes de don Íñigo, yo no faltaré. Es más, tan sólo dos horas después de solazarme con el verbo político escuchaba en RTVE; la tele de don Íñigo, que, mismamente, nos aseguraba que el carnaval tiene un gran valor educativo. Y ya que entramos en Educación, don Íñigo, se ha olvidado de advertirnos sobre el Pacto Nacional de Educación, donde Podemos y Ciudadanos -sí han oído bien, Ciudadanos también- están intentando cortarle las alas a la educación concertada y a la enseñanza de religión en las escuelas. Mucho me temo que el ministro De la Serna no defenderá ninguna de ambas cosas con excesivo entusiasmo. Lo que importa es el pacto… pacto para aguantar la legislatura. Más: la PPR (prisión permanente revisable) no es cadena perpetua pero lo intenta. En España vivimos un exceso de garantismo, herencia progre de los años sesenta. Por primera vez, parece que la derecha pepera se olvida de su tibieza. Esperemos que no se arrugue. Eulogio López eulogio@hispanidad.com