Tardaremos algún tiempo en conocer las causas del incendio de Notre Dame. Pero ya el pensamiento único, primariamente cristófobo, se ha apresurado a informarnos de que la razón del fuego fue casual, producto de las obras de restauración que se celebraban en la catedral de París.

Puede que sea así, puede tratarse de una coincidencia, pero las coincidencias son aceptables, las casualidades no. En primer lugar, porque Francia, y en concreto Paris, está siendo objeto de una oleada de profanaciones a templos católicos con cariz claramente satánico. En una de esas profanaciones, como hemos informado en Hispanidad, se robaron las formas consagradas (por cierto, ¿por qué nadie habla de qué ha ocurrido con el Santísimo en Notre Dame?) y se depositaron excrementos en el altar. Puro odio a la Eucaristía.

¿Cómo no sospechar de un incendio provocado cuando Francia sufre una ristra de profanaciones satánicas contra templos católicos? Puede ser una coincidencia pero no una casualidad

En segundo lugar, sospecho de un incendio provocado en Notre Dame porque encaja a la perfección con lo que podríamos llamar el espíritu de la época, donde las catedrales se han convertido en reclamos turísticos, museos para admirar no templos donde adorar. Pero las cosas son su naturaleza, aquello para lo que fueron creadas… y las iglesias fueron construidas para adorar a Cristo.

Por tanto, ¿qué ha pasado en Notre Dame? Pues ha pasado que Emmanuel Macron, que de católico no tiene nada, se ha referido a los católicos y se ha solidarizado con ellos, aunque luego amplíe su dolor, en plan masoncete, a todos los franceses (de altar eucarístico a símbolo de la República). Pero nuestro Pedro Sánchez ni eso: el presidente del Gobierno español, cuyo único principio firme es su odio a Cristo, ha hablado de “patrimonio cultural”, como si Notre Dame se hubiera levantado para un gran concurso artístico.

Y en España, el Gobierno Sánchez pretende arrebatarle las catedrales a la Iglesia mediante las inmatriculaciones

Y mientras el hipócrita de Sánchez se lamenta por la pérdida de la catedral de París, en España, su Gobierno, o sea, el mismo, pretende robarle las catedrales a la Iglesia mediante las inmatriculaciones –otra desamortización eclesiástica disfrazada- al tiempo que trata de asfixiarla económicamente, sobre todo cobrando el IBI a catedrales, basílicas y templos como si se tratara de oficinas. Ese IBI que no se aplica a partidos políticos, sindicatos, sociedades deportivas, etc, pretende Sánchez, que tanto admira Notre Dame, cobrárselo a la Iglesia española por sus templos y catedrales para rendirla por asfixia económica. Nunca se ha logrado en toda la historia, pero el intento demuestra que el presidente del Gobierno español es un grandísimo hipócrita cuando vierte lágrimas de cocodrilo por el museo Notre Dame.

Da miedo pensar que, en estas circunstancias, Pedro Sánchez repita en Moncloa

En estas circunstancias, da miedo pensar que Pedro Sánchez, tal y como predicen las encuestas, repita en Moncloa... por cuatro años más. Su cristofobia y su hipocresía asustan.

Dicho esto, ¡ojalá el incendio de Note Dame se haya debido a la negligencia de algún operario de las obras de restauración! Entonces, la hipocresía del fariseo Sánchez permanecería intacta pero podríamos consolarnos con la idea de que el diablo no anda tan suelto como pensábamos.