Esa foto que ustedes están viendo corresponde a la capilla del Santísimo de la Catedral de Rennes, capital de la Bretaña francesa. Al fondo, el Santísimo, delante, en el pasillo central (total, nadie va a visitar al Señor de la casa) aparecen las maletas de los músicos que utilizan el altar mayor como escenario.

Preciosa catedral, dicho sea de paso, que nuestros antiguos trabajaron durante siglos para honrar a Cristo. Pues bien, ahora Dios, el Dios, Dios Eucarístico, aparece al fondo, delante de unas maletas, donde nadie puede ir a acompañarle ni a adorarle.

Un par de misas al día. Es decir, una hora de 24, y luego un silencio mortuorio allá donde late la vida, que deja la piel de gallina, en la católica Bretaña, en Francia, hija favorita de la Iglesia, ¡oh sí!

Hemos pasado de las catedrales-museo para turistas a las catedrales-salas de concierto para melómanos. Eucaristías, las menos, centros de formación, ninguno, ni que decir tiene la adoración al Santísimo expuesto en la custodia, suprimida. Y el Santísimo arrinconado en sus mejores moradas.

El arte sacro, que constituye un 95% del tesoro artístico occidental, no era un fin, sino un medio para amar a Cristo

La iglesia, nos dicen, no tiene dinero para restaurar y mantener estas preciosas obras de arte. Sea: aceptemos pulpo como animal de compañía. Cedamos un horario a los turistas para observar el arte, porque, a lo largo de toda la historia, el arte no ha sido sino el hijo pequeño de la Iglesia.

Pero no olvidemos que ese arte fue creado como instrumento de catequesis y de adoración y que sin esos objetivos no tiene sentido alguno. El arte sacro, que constituye un 95% del tesoro artístico occidental, no era un fin, sino un medio para amar a Cristo.

Ahora bien, se puede jugar con los horarios para establecer un tiempo para los turistas y amantes del arte -a los que también puede enseñar, dicho sea de paso- y un tiempo para la adoración, la liturgia y para dar sentido a un templo formidable que construyó la fe de nuestros ancestros y ahora se ha convertido en una burla al Padre Eterno.

El mundo no puede avanzar sin la mirada vuelta al Creador

Sí, sé que he elegido la espléndida catedral de Rennes como un ejemplo y eso es injusto porque los ejemplos de catedrales–museo y catedrales salas de concierto son muchos en todo el orbe cristiano, metido ahora en era pagana y post-cristiana.

En honor a la verdad hay que decir que he visto en Rennes una liturgia cuidada, la propia de un catolicismo que en tantos luagres del mundo se ha convertido en una religión minoritaria, que siempre lleva a cuestas el ensueño de "pocos pero mejores". 

En cualquier caso, un advertencia siempre olvidada: el mundo no puede avanzar sin la mirada vuelta al Creador. No he dicho que no quiera, he dicho que no puede. Las catedrales-museo no presagian nada bueno, salvo un estallido doloroso de un mundo al que le crujen todas sus junturas. Es la historia de un paganismo post-cristiano. El de ahora mismo.

No olvidemos que el paganismo siempre acaba en tragedia: tiene mucho de impostura.