Lo decía José Prat, el que fuera presidente del PSOE en el exilio, el llamado PSOE histórico: siempre que un ignorante asegura que dos más dos son seis y un sensato le corrige advirtiendo que dos más dos son cuatro, surge un tercero, que, en pro de la moderación y el diálogo, acaba concluyendo que dos más dos son cinco.

Pus bien, Pedro Sánchez es dos más dos igual a cinco. Ha reinstaurado el Zapaterismo, pero corregido y aumentado. ZP, al menos, sabía, sino detenerse, sí a qué se enfrentaba. Utilizaba el feminismo en su favor pero Sánchez es más tonto que ZP: se cree la ideología de género que predica.

El actual líder socialista imita a Zapatero pero en peor, porque en 2018 la resistencia moral de los españoles es inferior a la de 2004

La comparación entre ZP y Sánchez evoca el viejo aforismo popular: prefiero el malo al tonto porque el malo descansa, el tonto no. 

Si el domingo 26, el PSOE gana las elecciones tendremos al desastre de Pedro Sánchez para una década. Con un PP hundido, la derecha pagana de Albert Rivera contribuye con Sánchez en la descristianización de España y un Vox que, supuesto que termine de aclararse en su jerarquía de valores, recibirá el apoyo de una pequeña parte de la población.

Es preferible el malo (Zapatero) al tonto (Sánchez): el malo descansa, el tonto no

Porque este es el problema. Sánchez es un Zapatero 2, corregido y aumentado. Porque el guerracivilismo rabioso, y la cristofobia radical de Zapatero se enfrentó a una sociedad española más coherente. Sin embargo, en 2018, la resistencia moral de los españoles  es inferior a la de 2004: la degeneración avanza. Por eso, Sánchez ya no sólo ejerce de cristófobo sino que presume de ello y, encima, lo llama moderación y sensatez. Dos más dos son igual a cinco y, encima, el cinco se han convertido en el centro político.

El PSOE ha conseguido convertir el anticlericalismo radical en algo moderado y sensato, aceptado por la mayoría aborregada

Aún así, existe cierta hipnosis morbosa en el electorado español de ahora mismo, similar a la de 2004: se sabe que estamos votando a un chulo incapaz, cuya única virtud es la osadía. Pedro Sánchez recuerda al Mario Conde de la década de los noventa: son personajes ensoberbecidos y chulescos que sólo poseen una virtud: la osadía. Y son personajes que ejercen una cierta fascinación para los amantes del mal menor: por eso los españoles apoyamos –votamos- a Mario Conde al final del pasado siglo y por eso ahora votamos a Pedro Sánchez.

Y las encuestas que resumíamos ayer en Hispanidad dicen exactamente eso: tenemos Sánchez para una década. Es algo que provoca inquietud hasta en nuestros más osados ciudadanos.

El consejo más sensato y moderado para votar el domingo sería el sigueinte: cualquiera menos Sánchez.