Sr. Director:

Con el lema “Familia y parroquia, respuesta a la soledad”; con un lleno admirable, pese al frío del crudo invierno de Castilla, el Cardenal Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, celebró, en la catedral de Valladolid, su sede arzobispal, la Fiesta de la Sagrada Familia dentro del ciclo navideño. Estuvo acompañado de su Obispo Auxiliar, Monseñor Argüello, Secretario General de la Conferencia Episcopal, y de otros sacerdotes, con la participación de dos diáconos y la asistencia de varios acólitos. Impresionaba la solemnidad con que se celebró la Santa Misa, y el bonito y rústico Belén viviente, con el colorido de decenas de niños con trajes de pastorcitos en la escalinata del altar mayor. La preciosa música de entrañables villancicos contribuyó a dar mayor relace al evento.

En su Homilía, D. Ricardo hizo hincapié en la importancia de la familia, influenciada, hoy, por un ambiente cultural que la aboca a la soledad. Afirmó que “la familia quedó altamente enaltecida” al nacer, “en su seno, el Hijo de Dios”. Dijo que la familia a todos nos concierne; que, en ella, todos tenemos nuestro puesto (padres, hijos, abuelos…). Evocó a San Pablo, que señala el traje o “uniforme” propio de la familia cristiana: “revestíos de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos y perdonándoos mutuamente si alguno tuviere queja contra otro. Como Cristo os perdonó, así también perdonaos vosotros.  Y, sobre todo, vestíos de caridad, que es el vínculo de la perfección. Sed agradecidos” (Colosenses, 3, 1-15)En tono emocional, característico de don Ricardo, animó a que “el beso que damos al Niño de Belén, sea de amor, de gratitud”. Puso el acento en el tema de la soledad, que afecta a tantas familias, especialmente a los ancianos, cuya soledad es, hoy, “peor que antes”, para decir que “se van achicando los límites de la familia. Enfatizó que “en nuestra cultura se produce soledad: el trabajo de la esposa, el estar lejos…  Señaló “un factor de soledad: la ruptura en la familia, en los matrimonios. Se piensa – apuntó- que viene la libertad; pero, a la vuelta de la esquina, experimentamos la soledad”. Enunció “un fardo muy pesado: cuando muere el esposo”, la soledad “en esa y otras situaciones”. Sostuvo que hay una “soledad impuesta, forzada” e hizo alusión a la “soledad aburrida” y a la “soledad sonora”. Añadió que “no es lo mismo la soledad que el aislamiento, que hace sufrir”, mientras que un tipo de soledad elegida no hace sufrir. Invitó a pensar “en tantas familias que están sufriendo porque falta alguno, por el pan que falta”.  Subrayó que “la familia, don importantísimo, es un tesoro”, por el que “merece la pena perdonarse uno y otro día”.  Con afecto paternal, reiteró que “fuera de la familia hace mucho frío”. Al terminar la santa Misa, después de la adoración al Niño Jesús, continuó la fiesta con un chocolate caliente para todos en la plaza junto a la catedral,  al tiempo que el coro entonaba dulces  villancicos al son de guitarras y otros instrumentos.