Sr. Director:

A continuación adjunto una carta que he escrito al sacerdote Juan Suárez-Lledó Grande, que dice así:

Estimado sacerdote:

Confieso que no te conocía hasta leer la noticia que ha publicado La Nueva España al celebrar la primera misa en el Gijón que te vio nacer y crecer en la Fe católica, y que me ha motivado para enviar estas sencillas y sentidas reflexiones. Te felicito y rezaré por ti. Ser sacerdote es algo digno de alabanza, especialmente en estos duros tiempos de increencia cuando los sacerdotes son objeto de ataques y descalificaciones, sin más fundamento que la fobia anticatólica. Por los pecados gravísimos de unos pocos, caso Pensilvania, quienes indignos han humillado y ofendido a la Iglesia católica en sus sacerdotes, arrojando sobre todos los más execrables descalificaciones de forma generaliza, cuando son muchos más los sacerdotes fieles y sacrificados que cumplen su ministerio con total generosidad y entrega. No se pueden negar los casos probados y condenados, pero se han dado casos en los que sacerdotes se han visto acusados de pecados horrendos, acusaciones que han sido mentira, pero el mal estaba hecho, como fue la falsa denuncia contra unos sacerdotes de Granada hace años; nunca se pudo probar nada ni en lo civil ni eclesiástico pero el mal inmenso nadie lo ha reparado. Las falsas noticias y la postverdad se están vengando de forma muy especial en el sacerdocio católico, el enemigo a derrotar como escribió Nietzsche, el padre de la postmodernidad y del pensamiento débil.

 Lo primero que me llamó la atención es tu personalidad, alejada de los tópicos antiguos del seminarista modosito y casi en estado de éxtasis con su acicalada sotana y fajín, o aderezado con el más moderno clerygman, pero detrás de tu apariencia clerical tan poco convencional, que conoce las exigencias y las renuncias que exige ser elegido para desempeñar la misión más grande que puede desempeñar un ser humano: celebrar la Santa Misa (Eucaristía) y perdonar en el sacramento de la Penitencia los pecados, algo que humanamente es inconcebible. Tu vocación sacerdotal fue madurando entre las TIC de la Comunicación Audiovisual y Multimedia. Cambiaste el hardware y el software, por las ciencias del espíritu tan infravaloradas, como ignoradas como son las teológicas y bíblicas, lo que supuso para ti un duro y exigente reto. A todo renunciaste, menos a tus aficiones favoritas deportivas y televisivas. No fue sencillo, pero sí confortante y posible por tu amor a Dios que lo ha hecho posible, como con gratitud confiesas.

El 15 de Agosto, en plena semana grande gijonesa en la que la Iglesia celebra con gran regocijo y solemnidad el triunfo definitivo sobre la corrupción la muerte como es el misterio-dogma de la Asunción de Nuestra Señora, la has querido honrar con la celebración de tu primera misa este año que tiene para los asturianos un significado histórico muy especial, pues se conmemoran los centenarios de la fundación del Reino de Asturias y de la coronación canónica de la que es la Reina de Montaña que tiene por trono la cuna de España, que no es otra que Covadonga. Ese día de Begoña en tu Parroquia de Santo Pedro que te vio nacer a la Fe y en la que viviste los sacramentos del Bautismo, la Eucaristía, la Penitencia y la Confirmación, te acogió de forma muy singular con la celebración de tu primera misa con presencia emotiva de tus emocionados padres, familiares, amigos y parroquianos. También estuvieron presentes tus muchos amigos y un gran número de fieles parroquianos.

Como dice D. José Antonio Montoto, formador de sacerdotes, hoy Director de la Casa Sacerdotal y responsable de atender como se merece a los sacerdotes ancianos en sus últimos días, la falta de candidatos al sacerdocio, se debe a más de a la indiferencia y enemistad hacia las vivencias religiosas en una sociedad en la que el laicismo negativo y sectario quiere imponer sus prejuicios anticatólicos, porque ser sacerdote implica ser santo o quijote. Desde ahora, ya no vivirás como un cura en el sentido peyorativo y despectivo con el que utiliza esa expresión cierto anticlericalismo sectario y ridículo; te espera un vida con mucho trabajo poca o ninguna vacación, porque la demanda de los servicios católicos son más y los sacerdotes menos para poder acercar los personas a Dios. Desde ahora intentarás compaginar tu primera vocación como comunicador y comentarista deportivo, con la más más sagrada de explicar y proponer la Palabra de Dios para ayudar a resolver los problemas que, como tú mismo confiesas, no se pueden ver en carne y hueso; y para eso de vas ayudar de la retórica audiovisual. El primer trabajo sacerdotal a que te va a consagrar es en Rumanía en donde con otros compañeros darás testimonio de lo que es ser sacerdote en tiempos confusos, como diría el gran Georges Bernanos en sus célebres novelas Diario de una cura rural y Bajo el sol de Satanás.