Confiad en mi honestidad, clama Ana Mato (en la imagen). No, señora ministra, si en lo que tenemos que confiar no es en su honestidad, nos basta con confiar en su honradez. Para entendemos, señora ministra: la honradez es una virtud que hace referencia a lo que ocurre de cintura para arriba; honestidad lo que sucede de cintura para abajo.

La situación es crítica, vocifera Rubalcaba. Nada más cierto. A pesar de los escándalos del PP, Rubalcaba no remonta en las encuestas y corre el riesgo de pasar a una pronta jubilación de la política, cosa que, al parecer, no es de su agrado.

Es el Gobierno de la nación quien está en entredicho. No hombre no. El que está en entredicho es Rajoy, que no es lo mismo. Es decir, que no es el Gobierno de España sino el gobernante de España. Si se hubiera corrompido lo cambiamos y en paz. No es lo más deseable, pero no hay que dramatizar.

Hasta la jefatura del Estado está corrompida, clama Arsenio Escolar a la cabeza de la progresía nutriente. Hombre no, el que tenía una jeta tremenda, y un ego vasco tirando a inconmensurable, es un tal Urdangarín. El jefe del Estado, el Rey, se fue a cazar elefantes a Botsuana, lo cual es muy caro y poco ecologista, pero no se preocupen: en el pecado tendrá la penitencia. Porque, supongo claro está, que don Arsenio no se estará refiriendo a los amoríos regios. Recuerde, don Arsenio, esta ya no es la España del amor libre sino del sexo libre. Por tanto, cualquiera, incluido el Rey, tiene derecho a fornicación y adulterio, hetero y homo.

Otrosí: Cospedal afirma que las informaciones de El País tratan de desacreditar al Partido Popular. Esta chica es muy inteligente. Con decirles que es abogada del Estado... Ha descubierto, así, sin más, que El País está intentando cargarse el Gobierno del PP. Una conclusión tan brillante es propia de un abogado del Estado.

Pero lo cierto es que lo de los sobresueldos no salió de El País sino de El Mundo. Y no es verdad que El Mundo quiera cargarse al PSOE o al PP. Su alma mater, Pedro José Ramírez, no es ni del PSOE ni del PP: es pedrojotiense. Su ideología consiste en añadir una muesca más a su revólver para ver a cuántos ministros o presidentes se ha cargado. Y su labor es profiláctica, sí, pero algo exagerada. Lo de El Mundo es una dramatización de la corrupción.

Todo el mundo en el PP asegura que no cobró en negro. Pues la verdad es que es muy difícil que un ejecutivo o un político no cobren algo en B, aunque sólo sean las dietas de transporte. En cualquier caso, si Rajoy aparee como el cobrante de una cantidad, no muy grande pero de la que debe dar cuenta, seguro que él se acuerda: que lo diga y en paz. Y si se dedicaba a cobrar un sobresueldo en negro, pues que dimita y ponemos a otro.

Recuerden cuando Luis Delso, en Trasmediterránea, invitaba a los Solchaga a cruceros Barcelona-Mallorca, de una noche. Solchaga se adelantó y prometió que no lo haría más. Eso sí, para dejar claro la escasa importancia que daba al hecho, recordó que había otros beneficiarios de los trayectos náuticos gratis total: "incluso hasta periodistas".

Los mercados se cabrean: a los mercados les importa un pimiento la corrupción. El mercado es un conjunto de especuladores y lo único que le importa es la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta.

Rubalcaba suspende su participación en la reunión de la Internacional Socialista, asegura el PSOE, ante la gravedad del caso Bárcenas. Internacional donde no pinta nada el pobre, porque tanto la izquierda como la derecha gustan poco de los perdedores. Que no, don Alfredo, que debe usted acudir a Portugal. Desde Lisboa, como desde Madrid y desde Sebastopol, siempre tendrá usted una cámara delante para dramatizar. A fin de cuentas, se trata de repetir la misma campaña del 11-M: utilizar a todos los exaltados para conseguir cambiar el resultado de las urnas. En este caso, más bien, para cambiar al inclino de Moncloa sin pasar por las urnas.

Y es que hay algunos que, además de la corrupción, especialmente en un país sometido a una cura de adelgazamiento feroz y con seis millones de parados, odiamos la calumnia y la dramatización. Ésta última, porque puede resultar bastante hipócrita. La 'nobilísima' lucha contra la corrupción en España no se basa en el "calumnia que algo queda", sino en la tendencia más popular a pensar: no lo dudes, toda calumnia es cierta.

Sólo un ejemplo para entender esa postura. Para un cristiano, no se trata de conseguir la dimisión de la ministra de Sanidad, Ana Mato, porque un empresario de Gürtel haya pagado un viaje. Se trata de que dimita por la vergonzosa política abortera -que eso sí es grave- de doña Ana Mato.

Y respecto a Mariano Rajoy: asegura que "todo es falso". Incluso le honra su actitud de publicar sus declaraciones de la renta. Ahora bien, el presidente del Gobierno debería ir más allá y demostrar su inocencia, porque un presidente no tiene derecho a la presunción de inocencia. No valdrá para nada, naturalmente, porque ninguna explicación, aunque sea negro sobre blanco, le va a bastar a una oposición, a la que la corrupción importa un pimiento, o a un Alfredo P. Rubalcaba que sabe que sólo con otro 11-M -y las mentiras consiguientes, no del PP, sino del PSOE- podría recuperar el poder. Pero tiene que hacerlo.

Respecto a El País y a El Mundo, su actitud resulta reprobable como las de PP y PSOE. El Mundo exagera o minimiza los casos de corrupción -que palabra más amplia y equívoca- según la egolatría de Pedro J. Ramírez mientras El País, como buenos progresistas, pretenden convertir en Biblia un panfleto en defensa del PSOE. Panfleto no por mal periodismo -El País no hace mal periodismo- sino porque carece de la menos ecuanimidad. De hecho, El País no hache periodismo, hace política. De la misma forma que El Mundo no trabaja para el bien común sino para que don Pedro José añada otra muesca a su revólver, otra víctima de su poder. Así, los poderosos saben a quién deben temer.

Respecto al PP, pues decepciona a quienes no estaban ya decepcionados, como el abajo firmante. Oiga, cobrar un complemento en B, de verdad que no es tan grave, aunque resulta poco edificante. Y, en cualquier caso, que pague lo que deben al fisco.

Lo que está claro es que no ha sido la Casa Real la que ha lanzado el escándalo de los sobresueldos del PP para desviar la atención sobre sus propios problemas. Podemos desmentirlos tajantemente. Mire usted, o empezamos a mirar por el bien común, dogma fundamental de un cristiano, o la imagen se convertirá en realidad, la dramatización de la corrupción ahondará el problema.

La última hora es que el PP va a querellarse contra los medios de comuincacion y contra los 'presuntos filtradores de los presuntos sobresueldos'. No sé si es una buena idea porque los políticos no deben querellarse contra los medios informativos. Ya tienen demasiado poder como para utilizar el poder judicial. Ahora bien, también es cierto que uno puede demostrar que ha asesinado al vecino, pero no que no lo ha asesinado. A lo mejor estamos dramatizando demasiado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com