Me encanta esto de que El País lance un manifiesto de intelectuales por Europa y entre ellos destaque a Juan Luis Cebrián, su presidente, y a su amigo, el comecuras Fernando Savater, inspirador de UPyD, un partido de comecuras. Hablamos de intelectuales recostados, en chaise longue.

En la mano del NOM, hasta las buenas ideas se pervierten. Por ejemplo, el manifiesto habla de los tres creadores de Europa: Atenas, Roma y Jerusalén. Hasta ahí una obviedad. Pero a esta última, Jerusalén, es decir, el aporte cristiano que humanizó la democracia ateniense y el derecho romano, es calificado como matriz 'espiritual' del viejo continente. ¡Venga ya, Janli, aprendiz de masoncete! Jerusalén no es la creadora de Europa por su aportación espiritual, sino porque aporta a una persona llamada Jesús de Nazaret, dios hombre que redimió a la humanidad.

Lo de la matriz espiritual de Jerusalén suena al escepticismo propio de los globalizadores NOM, cuyo objetivo, objetivo cristófobo, es el sincretismo universal, la religión universal, macedonia y mezcolanza de todos los grandes credos y, sobre todo, destructor de la primacía, moral e intelectual, del credo cristiano… que es el que ha forjado Europa. Europa sé tú misma, clamaba Juan Pablo II, y el ser de Europa es el cristianismo, no la matriz espiritual jerosolimitana, que, con todos mis respetos, es una horterada de mucho cuidado.

De hecho, lo que distingue al cristianismo de cualquier otra religión es que no adora a un qué sino a un quién, no es filosofía, es teología. Para machacarlo un poquito más: los cristianos no somos los que creemos en Cristo sino los que amamos a Cristo. El cristianismo no es ninguna espiritualidad, es una religión.

Por otra parte, el documento Europa o el caos no es más que la obra de intelectuales progres que siguen el modelo NOM; cuando más grande, mejor. La Unión Europea no es más buena por ser más grande sino por ser más unión a partir de un origen común.

La UE no tiene que tender a la unidad para ser más grande sino para volver a sus orígenes, para volver a Cristo. El masoncete Giscard D'Estaing pretendió una constitución con la que Europa fuera una y grande. Pero, como buen cristófóbo, no la quería libre, esto es cristiana, sino sólo unidad con argamasa. También a él le faltaba la libertad de los hijos de Dios. En definitiva, cómo se concreta la Europa cristiana en la práctica social y política. Pues la ideología cristiana puede resumirse así: la persona es sagrada, el individuo, por hijo de Dios, es más importante incluso que el conjunto de la comunidad, una vida que no sólo no es incompatible, sino complementaria, con el otro objetivo: el bien común.

El documento se titula Europa o el caos. Falso: Europa ya es un caos. La alternativa es, o bien la Europa cristiana o el final del proyecto europeo y la vuelta a las nacionalidades. El documento no es original; lo original consiste en volver al origen, y el origen de Europa es Cristo. Es decir, volver a Cristo o, si lo prefieren, a los principios cristianos.

Es entonces cuando el proyecto europeo podrá seguir adelante. Y lo de menos serán los intereses nacionales, porque a partir de esos principios cristianos, es cuando nos podemos sentir españoles y europeos, alemanes y europeos, británicos y europeos, bajo un mismo origen: el nuestro.

Esta es la cuestión y no la de si el Reino Unido abandonará Europa o no lo hará. Cameron tiene vocación de aprendiz de brujo pero no es tonto. Actúa como Artur Mas quien no desea la independencia pero le encanta que se la niegue Madrid.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com