• Y demasiado fondo de comercio.
  • Por eso, a pesar del aumento de los ingresos, la bolsa ha penalizado los resultados de la teleco francesa.
  • Y también porque la capacidad para dividendar está comprometida.
  • El reto pendiente: mejorar la calidad del servicio.
Ya conocen el viejo dicho de si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma… y eso es lo que hemos hecho en la redacción de Hispanidad al ver que todos nuestros colegas publicaban comentarios sobre las cuentas de Orange España, mientras que nosotros todavía estábamos esperando a que nos las remitiesen. Tampoco entendemos muy bien cuál era el temor, porque son francamente buenas. Es cierto que la nota de prensa emitida sobre los resultados en España, filial que dirige Laurent Paillassot (en la imagen), no es muy explícita, apenas tres páginas, y cuesta entender bien por qué todo va tan bien: un crecimiento de los ingresos totales del 6,2% en lo que va de año y, lo que es más importante, del 15,4% del Ebitda (en español: resultado bruto de explotación), a pesar de que esta mañana va cayendo un 4% en la cotización de la acción en los mercados  y eso a pesar de que la mañana ha sido plana en España y en Europa, en lo referente a lo bursátil. No cabe duda de que Orange va creciendo en España, y de manera muy especial en ingresos fijos y en el número de contratos, lo que aportará estabilidad a los mismos. No cabe duda de que necesita el acuerdo de portabilidad nacional que está intentando alcanzar con otro operador para mejorar la calidad de su servicio, aún muy deficiente y su principal hándicap para atraer a los clientes más Premium,  que siguen amarrados a la compañía de siempre, Telefónica, a pesar de haber subido los precios. Y es que la calidad se paga. Luego, ya saben, están todos los otros servicios que estas operadoras dan al margen del clásico (voz) y del nuevo clásico (datos), como son la televisión y los accesos audiovisuales de pago, donde parece que quiere despegar de la mano de Mediapro. Por lo demás, su balance sigue mostrando sus dos grandes debilidades: muchísimo endeudamiento y demasiado fondo de comercio (sobre precio pagado en las compras de otras compañías). Lo primero lo va solucionando poco a poco, desde 2013. Lo segundo puede llegar a lastrar fuertemente el dividendo por los cambios en las normas contables que le van a obligar a amortizarlo, no como hasta ahora en que iba sometiéndolo a ese juego del test de deterioro que siempre decía lo que Orange quería oír, es decir: que no había deterioro. Si a eso le sumamos el servicio de la deuda (los intereses), aunque gracias al BCE cada vez más barato, los resultados finales están aún muy expuestos. En cualquier caso, señores de Orange, no pasa nada por publicar un poquito más de información (sólo han sacado tres páginas) ni por ofrecérsela a todo al mundo. Se llama transparencia y provoca que la gente desconfíe sobre su sinceridad. Quien no tiene nada que ocultar, nada oculta. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com