Sr. Director: Hace tiempo que no le dedico mi "ídem" a nuestra entrañable abuelita, sí, esa de los disparates, la alcaldesa de Madrid. Yo creí en algún momento que bajaba su nivel de imaginación de lo absurdo. Pero no, ella sigue gestando sus desatinos, como el primer día. Continúa, pese a ello, con algunas de las extravagancias de sus comienzos (como el de mantener de portavoz en el Ayuntamiento a una delincuente), y otras no llegó a consumarlas, la mayoría. Uno de sus últimos desaciertos, eliminar el nombre de la calle del fundador de la Legión, José Millán Astray, con lo que incomoda y agrede a ese colectivo que tanto ha hecho y sigue haciendo por nuestro País. No es preciso recordar que es un cuerpo muy querido y admirado por todos los españoles, claro, menos por Podemos y los suyos, y que intentar que olvidemos a su fundador es una ofensa a todos los españoles. Es de destacar también la creación de un medio radiofónico para su autopropaganda, pagado, queramos o no, por todos los madrileños, como si ese dinero no hiciera más falta para la limpieza de nuestras sucísimas calles, contenedores, marquesinas, vallas pinturrajeadas, etc. Ha convertido la sede del Ayuntamiento en Sala X, por la exhibición de imágenes porno, violaciones, ataques a la Iglesia Católica, etc. No es posible encontrar instintos culturales más bajos, innobles y provocativos. Pero, ¿qué le importa a ella ofender a los ciudadanos? Si nos quejamos, nos llama fachas, y así se excusa. ¡Esta abuela es un peligro!, afirma algún periodista, pues Manuela Carmena da el visto bueno a un descampado lleno de palos, hierros oxidados, clavos y otros desperdicios, para que jueguen los niños. Está visto que a esta mujer no le preocupa mucho la salud y la integridad de los más pequeños. Seguiremos informando de los dislates de nuestra querida Manuela. Según se observa, no se le acaban los recursos sobre las imaginaciones más absurdas. Pablo D. Escolar