Primero fueron los obispos de Alcalá y Getafe, al rebufo de la maravillosa ley de imposición del homosexualismo de la presidenta de Madrid, la popular Cristina Cifuentes. Ahora es el titular de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández (en la imagen) quien advierte contra la imposición de la ideología de género. ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso la ideología de género nació ayer? Por supuesto que no. Lo que pasa es que no había tomado nombre. La ideología de género no es otra cosa que las viejísimas barbaridades conocidas como feminismo y homosexualismo. Antes eran reclamaciones, ahora que se sienten intocables e impunes, los protagonistas se han quitado la careta y han convertido sus reclamaciones en derechos y, por tanto, deben ser impuestos a los que creen y a los que no creen. Ya ven, empezamos pidiendo aborto libre y acabamos exigiendo el derecho al aborto, obligatorio para todos, crean o no crean en el infanticidio. Y, naturalmente, el círculo se cierra cuando el discrepante con la barbaridad es perseguido. Los discrepantes, en este caso, son los obispos llevados ante los tribunales. Por cierto, en mi opinión hay pocos obispos encausados por denunciar la barbaridad de la ideología de género. Hispanidad redaccion@hispanidad.com