Sr. director:

La clase política que nos ha tocado en suerte en Andalucía ha decidido que necesitamos un nuevo estatuto. Desde luego, menos mal que les tenemos a ellos que se preocupan por nosotros, porque yo no sé cómo íbamos a poder vivir si no fuera por tan necesaria reforma. No, señora, usted no necesita un sueldo que le alcance para adquirir una vivienda digna. Usted, caballero, no precisa de una Sanidad Pública que le dé servicio a ser posible antes de su muerte. Tú, joven andaluz que terminas tus estudios y te enfrentas a la realidad de la vida adulta, no te debes preocupar porque la actividad empresarial en Andalucía esté bajo mínimos y viva a la sombra de la ubre de la Administración. Vosotras, familias andaluzas, dejad de sufrir porque la política de protección familiar en Andalucía esté a la cola, y a mucha distancia, del resto de España. Pequeños escolares andaluces, olvidad los problemas del peor nivel educativo de España.

No, andaluces, no os equivoqueis. Andaluces, levantaos y admirar la solución de vuestros males, de vuestras preocupaciones y de vuestras expectativas de futur Vamos a tener un nuevo estatuto. Andaluces, levantaos, insisto, pedid estatuto y realidad nacional.

Menos mal que tenemos a nuestros políticos, que han sabido escuchar la voz de la calle, que no habla de otra cosa más que de la necesidad imperiosa de que quede bien clarito en el nuevo estatuto que somos una nación, una realidad nacional, una nacionalidad histórica, o algún apaño de esos. Vamos, yo en la cola de la carnicería llevo años que no oigo hablar de otra cosa.

¿De qué se trata aquí, Sr. Chaves? ¿Es un intento de disimular la bellaquería de los ¡treinta y ocho! diputados andaluces de su partido que vendieron Andalucía con la aprobación del estatuto catalán, o acaso es la plasmación definitiva de que la clase política en general y usted en particular vive en otro mundo paralelo al que sufrimos el resto de los andaluces?

Sólo se me ocurre una cosa que pedirle a nuestro hasta ahora presidente autonómico y en adelante nuevo caudillo nacional, y ya no se trata de ironía, sino de la más absoluta sinceridad: Por favor, ponga al alcance de los ciudadanos a los que nos quede un mínimo de vergüenza la posibilidad de huir de tanta miseria intelectual. Si Andalucía es catalogada por su capricho como realidad nacional, nacionalidad, nación, o cualquier otra estupidez semejante, permítanos a los que mantengamos la cordura solicitar ser excluidos de tal cosa. Si para ser andaluces debemos formar parte de tal entelequia absurda, quizá los que hemos nacido y crecido en una Andalucía que jamás quiso ser más de lo que es, una gran región de España, debamos renunciar, ahora mismo, a nuestra condición de andaluces para no formar parte de su invento.

Gonzalo García Yangüela

gyanguela@andalunet.com