Pocos medios se han hecho eco de la muerte de José María Trevijano, al que podíamos llamar el cruzado del pequeño accionista. Recitaba un discurso bien amañado sobre el fraude que los equipos directivos de las grandes corporaciones cometían cuando privaban a los accionistas individuales de su derecho de suscripción preferente de acciones en ampliaciones de capital u obligaciones convertibles, único recurso del pequeño accionista para sacar rendimiento a su inversión, especialmente cuando doña Bolsa se pone tonta y cuando a las empresas les da por superar ese anticuado sistema del dividendo. Un discurso que fue poniendo por escrito, hasta forjar un volumen cada vez más grueso, porque las cacicadas de los grandes, ante la pasividad del Gobierno, iban creciendo de día a día.

Le entendía pero no le comprendía. Quiero decir, me daba cuenta de que se trataba de una chorizada, realizada por las tecnoestructuras, por los directivos de las grandes empresas para beneficiarse a sí mismos y a sus próximos a costa de la gran masa de accionistas. Pero no me parecía tan importante.

Poco a poco comprendí que lo que ese quijote me estaba contando no era un fraude en España, aunque las políticas de Rodrigo Rato en Economía ofreció a los Botín, FG y compañía, el parapeto legal donde colgar el gran embuste del capitalismo último : que los grandes banqueros y empresarios trabajan, al igual que los políticos y las ONG, con el dinero de los demás. Un grupo de consejeros que no posee ni el 0,5% del capital, hace y deshace en beneficio de su bolsillo y con el dinero de los propietarios, de los que incluso se burlan con aristocrática, y pedante, terminología. El político trabaja con el dinero ajeno y con él se corrompe, pero es que el presidente de la gran empresa hace exactamente lo mismo con el dinero de los demás, con el dinero de sus accionistas: les mete la mano en el bolsillo mientras no deja de pregonar su primer objetivo : conseguir valor añadido para el esquilmado accionista. Davos y Nairobi son exactamente lo mismo : los grandes empresarios que se reúnen en Suiza lo hacen con el dinero de sus accionistas; los políticos y ONGs que lo hacen en Nairobi lo hacen con el dinero de los contribuyentes, con el dinero del Presupuesto público; pero unos y oros funcionan con el dinero de los demás.

Este riojano-vasco me estaba dibujando lo que John Reed, el histórico capo de Citigroup, resumía así: Cuando doy cuenta de mi gestión lo hago en este orden: primero a los gestores de fondos, luego a los periodistas y finalmente a los accionistas.

En efecto, el tecnócrata se cuidará muy mucho de negarle el pan y la sal a otros tecnócratas, a los gestores de fondos de pensiones y de inversión, que trabajan con el dinero de los demás, de los partícipes, o a los fondos de capital riesgo, que trabajan con el dinero de los bancos, quienes, a su vez, trabajan con el dinero del vecino. El capitalismo actual, los mercados financieros, se mueven siempre bajo un mandamiento primero y único : no arriesgar nunca, jamás, tu propio pecunio sino el del prójimo.

Al final, la izquierda y la derecha se convierten en dos ramas del mismo pensamiento único, perdón del mismo árbol, el capitalismo, trabajan de igual modo : con el dinero de una inmensa mayoría de particulares perpetuamente esquilmados. ¿Comprenden ahora por qué Chesterton bramaba con igual fuerza contra el Estado empresario que contra la gran empresa? El derecho a la propiedad privada sólo es posible en el individuo y en la pyme. Y el único consejero independiente, no es más que aquel que se juega su dinero. ¿O es que no se han dado cuenta de que en hoteles y restaurantes de lujo ni tan siquiera un 10% de los clientes paga con su dinero, y todos con la tarjeta de su empresa, es decir, con dinero de otros? Y con el dinero de los demás, todos somos muy espléndidos.

Naturalmente, ni los medios de comunicación ni las instituciones se lo pusieron fácil a Trevijano. Todavía recuerdo cuando uno de los técnicos de las Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) me reconocía que la denuncia de Trevijano ante este organismo quedó en suspenso porque nadie en la CNMV quería meterse en un berenjenal que hubiera puestos patas arriba a Santander, BBVA, Telefónica, Repsol YPF, Endesa, Iberdrola, a todos los grandes entre los grandes pero que te quede claro que este tío tiene más razón que un santo.

Naturalmente, ningún medio informativo de relevancia prestó atención a Trevijano. Era un marginal, y los medios sólo trabajan para los grandes que son grandes gracias, como creo haber dicho antes, al dinero de los demás.

Eulogio López