El ministro de Fomento, José Blanco, nos comunica que subir impuestos es la mejor forma de jugar en primera división.

Y esto es bello e instructivo. Por de pronto, demuestra que somos un país tolerante. Porque si después de semejante chorrada Blanco no es cesado -y no lo será- es que los españoles aguantamos lo que sea. Llevado a su culminación el argumento blanquiano debemos concluir que el campeón de liga en la división de honor económica será aquel probo, y tonto, ciudadano que gane 100 euros y pague otro tanto al Fisco (a los diversos fiscos).

Pero hombre, Pepiño, ¿no has escuchado a las viejas consejas sobre los malos príncipes que freían a impuestos a sus pobres súbditos? ¿Acaso no has oído hablar del sheriff de Nottingham y del salvador Robin Hood?

Un impuesto es, en el mejor de los casos, un mal menor. Cuanto más alto, peor, cuanto más duradero, peor. Un impuesto es una emergencia.

El caradura de Pepiño soltaba su enésima sinsorgada para justificar el tontiplan de Elena Salgado, a la que no se le ocurren chorradas: su especialidad son las bestialidades y los imposibles. El problema de ZP es que su política económica desde que comenzara la crisis -se cumplen ahora 30 meses- ha sido tan desastrosa que le ha dejado sin margen de maniobra. Podía haber optado por salir de la crisis por la derecha: reducción de impuestos y de gasto público; podía haber optado por salir por la izquierda: políticas keynesianas de incremento de la inversión pública con grandes obras de infraestructuras y mantenimiento de la presión impositiva o incluso aumento pero sólo a costa de creación acelerada de puestos de trabajo y endeudamiento del Estado.

Pero no optó por ninguna y se gastó el dinero que tenía en el colchón en subvenciones improductivas para ganar votos. Optó por otorgar subsidios, en lugar de reducir salarios. Los primeros dan votos al donante -que regala el dinero de los demás, dicho sea de paso-, los segundos alimentan a las familias.

30 meses de crisis y sólo se le ocurre subir los impuestos: ¡Márchese señor ZP!

Porque claro, si jugar en la primera división de la economía mundial consiste en pagar impuestos, yo casi me quedo en segunda B.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com