El presidente norteamericano, Barack Obama, amenaza con batir todas las marcas de desastre de su amigo español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Obama, lejos de aquella demagogia sobre el recorte de salario de los banqueros de inversión, se ha echado en manos de Wall Street. Dos noticias coinciden en el tiempo: el nombramiento de un conocido especulador financiero, William Saley, como su jefe de Gabinete, y la despedida de Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal, como asesor financiero, harto de que nadie le haga caso en la Casa Blanca y de que la reforma financiera para la que fue contratado se haya quedado en agua de borrajas. En definitiva: Obama se ha quitado ya todas las caretas y emerge como el plutócrata que lleva dentro: un presidente que gobierna pensando en los ricos, mejor, no en los empresarios ricos sino en los especuladores ricos. Un Obama, en resumen, al servicio de Wall Street.

Volcker es el hombre que aplaudió el cierre de Lehman Brothers, porque sabe que la única forma de acabar con la especulación financiera, que es la que ha provocado la crisis, es dejar quebrar a los banqueros irresponsables en lugar de pagar su desastre con el dinero de todos los contribuyentes. Los ciudadanos norteamericanos -y los europeos- llevan tres años de crisis trabajando para salvar el sistema bancario del país y a los intermediarios financieros.

Volcker fue, también, el único que, en contra de toda la testarudez que se mueve alrededor de Basilea III, considera que hay que distinguir entre ahorradores e inversores -que no es lo mismo- y entre banca doméstica y banca de inversión. Era el mismo que pedía, no bancos más grandes, como toda Europa y como el señor Obama, sino bancos más pequeños.

En Europa las cosas han seguido un camino muy similar al norteamericano, pero complicado con la crisis, no de entidades privadas, sino de la deuda pública (a la que también hay que dejar quebrar). Sin embargo, ya en el cuarto año de crisis, la lógica empieza a imponerse, aunque tímidamente. Así, la Comisión Europea ha dado a luz un borrador de documento para que los acreedores empiecen a responder de la quiebra de los bancos. ¿Qué se entiende por acreedores? El borrador no lo especifica. Podemos entender a los accionistas, desde luego, pero también a los inversores en productos de esos bancos, a quienes, en definitiva, han confiado en un gestor desastroso a la hora de rentabilizar su dinero. Sólo espero que por acreedor no se entienda al depositante bancario porque, entonces, nos encontraríamos ante más plutocracia.

En cualquier caso, Obama ya se ha convertido en un plutócrata hecho y derecho, como los gobernantes europeos. Parece que ahora la Comisión de Bruselas da, tímidamente, da marcha atrás y pide algo tan sencillo como que el rico que arriesga lo que le sobra para aumentar su fortuna pueda también perder en el envite, y no que todos los contribuyentes -eso es plutocracia- paguen los platos rotos del rico. Veremos.

Eulogio López

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