No lo aparenta pero es una noticia confirmada: Santiago Apóstol, patrón de España, cuya festividad se celebra el 25 de julio, es fiesta de precepto en España, con obligación de acudir a misa para los católicos. No sólo en Galicia. Por ejemplo, también en Madrid. Es igual que el poder civil, por ejemplo en Madrid, haya decretado día laboral. Con trabajo o sin él, el católico tiene obligación grave de acudir a la eucaristía (y no, por televisión no vale).

Incluso me alegra que la secularización de la sociedad española provoque este divorcio entre el calendario laboral y el eclesiástico. Se lo pone un poco más difícil al católico español y, de esta forma, valora más el 'asombro eucarístico'.

Por todo esto, me sorprende la precaución, casi el miedo, con el que no se anuncia, o se anuncia con renuencia, el obligatorio precepto del viernes 25 de julio. Como mucho, oyes en los templos -si lo oyes- que el horario de misas de Santiago Apóstol será el de los domingos, o incluso te encuentras con tolerantes presbíteros que ocultan o incluso niegan el precepto para no molestar a una clientela presuntamente incrédula y supuestamente rebelde.

No lo parece pero se lo seguro: Santiago Apóstol es fiesta de precepto en España
No se dan cuenta de que, durante las dos últimas generaciones, son los fieles -los que quedan- quienes se escandalizan ante la tibieza de sus pastores. "Es que, de otro modo, la gente se iría de las iglesias". Es al revés, príncipe: la gente se va de los templos porque intuyen que lo que no cuesta no vale y porque Cristo nunca se deja ganar en generosidad pero es exigente.

Por cierto, estoy hablando de Madrid, no de Irak o de Nigeria, donde te juegas la vida por ser cristiano. 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com