Sr. Director:

Desde hace un tiempo decidí no ser espectadora pasiva de los acontecimientos que ocurren, y desde mi modesta posición de ciudadana de a pie, me propuse dar mi opinión más allá de los corrillos que me son más cercanos. Aprovecho la oportunidad que me ofrecen las cartas al director, para manifestar mis inquietudes, en espera que algún paciente lector las comparta, siempre claro está que los responsables de los periódicos tengan a bien publicarlas.

El tema que me lleva hoy a teclear no es otro que el escándalo que supone para gran parte del mundo islámico, el que en la representación adaptada de la ópera de Mozart Idomeneo le sieguen la cabeza al mismísimo profeta. A mi lo que realmente me inquieta, es que en las democracias occidentales, países todos ellos de raíces cristianas, no se haya levantado ninguna voz, no se haya herido ninguna sensibilidad porque también en la obra se decapita a Jesucristo. Es verdad que hay un clamor en pro de la libertad de expresión y se exige se vuelva a reponer la obra. Pero la libertad que forma parte de la condición humana se vacía de contenido si se olvida que el Cristo a quién se decapita, porque Occidente prefiere mantener en el olvido, es el único garante de la misma.

Mª Isabel Ortolá Siscar

maribelortola@gmail.com