El próximo lunes 19, con permiso de los recelos mutuos y si el Gürtel no lo impide, Luis de Guindos presentará el libro España, claves de prosperidad, obra colectiva que ha coordinado el antiguo secretario de Estado de Economía del Gobierno Aznar.

Al acto acudirán el propio José María Aznar, el actual presidente del PP, Mariano Rajoy y el presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato.

Ahora mismo, diría que Luis de Guindos es el único personaje capaz de reunir a estos tres prebostes que despotrican a gusto cada uno contra los otros dos, y entre los que pueden contabilizarse seis odios. Ya saben, combinaciones de tres elementos, tomados de dos en dos. De este modo, no puede extrañar que muchos consideren a Guindos como el futuro responsable de Economía de un Gobierno del PP.

¿Y qué dice el libro? Pues Guindos, que de tonto no tiene un pelo, comienza con la conclusión. En ocho años de Gobierno Aznar el desempleo pasó del 23 al 10%. Con Zapatero, vamos camino del 20%. De hecho, ya hemos llegado aunque las estadísticas oficiales digan otra cosa. Esa insistencia en las cifras de paro, aunque sean interesadas es positiva, porque corremos el riesgo de obsesionarnos con el sistema financiero que no es lo más importante, ni de lejos, de la economía, cuando no se convierte, como ahora, en parásito de esa economía real. Les pongo un ejemplo: observen las palabras del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernandez Ordóñez (MAFO): "el paro masivo puede arrastrar a los bancos". Al precipicio se entiende. Es decir, que el problema del paro es que provoque mora y dificultades en los bancos. No hombre no: el empleo es el fin primero y último de toda política económica. Se trata de evitar que los bancos fastidien el empleo, no que el paro fastidie a los bancos. La política económica no se ha hecho para que los bancos sean rentables sino para que las familias sean solventes. Un socialista como MAFO debería saberlo. El problema es que MAFO no es socialista aunque tenga carné del PSOE: es un progre. Para la progresía, los sistemas son más importantes que el individuo y la estabilidad general -las que les mantiene a ellos en el poder- es más importante  que la libertad individual.

Por otra parte, Luis de Guindos tiene algo de pícaro, así que recurre a las comparaciones, siempre tan odiosas, siempre tan esclarecedoras. Parangones, no sólo con la gestión de Miguel Boyer y Carlos Solchaga, sino también con la del primer Pedro Solbes, que fuera ministro de Economía en el periodo 1994-1996, con Felipe González. Y esas comparaciones resultan demoledoras para el PSOE. En efecto, en términos relativos, la gestión económica del equipo Rodrigo Rato fue de sobresaliente, especialmente, en materia de crecimiento económico.

Eso sí, seamos justos. Aznar, Rajoy y Rato no se tuvieron que enfrentar a la crisis de la especulación, la actual, la más dura del último siglo, que los socialistas no han sabido afrontar y en la que nos han metido a todos en el fango.

Y es que el problema de Aznar no fue económico. En este apartado, su gestión, fue de notable alto. El problema del Aznarato consistió en sus complejos ideológicos, en el centro-reformismo (¿qué puñetas es el centro-reformismo?), complejos que le llevaron a no profundizar en los derechos y libertades de las personas, entre ellos el derecho a la vida, el principal de todos y la raíz del resto de derechos, y tampoco se atrevió a afrontar el principal problema económico de España y de Occidente, que no es otro que el problema demográfico. La decadencia de Occidente, empezando por el problema económico, consiste antes que en cualquier otra cosa, en que no tenemos hijos, con el consiguiente envejecimiento de la población. Pero ésa es otra historia. En el entretanto, De Guindos recoge la herencia de unos gobiernos en los que participó activamente, y se prepara para el futuro. Y por cierto, él, personalmente, es pesimista sobre ese futuro. Sabe que los españoles nos hemos endeudado para un par de generaciones. Pero, al menos, tiene una propuesta para salir de la crisis por la vía liberal. Que ya es algo. Porque, insisto, se puede salir de la crisis por la derecha o por la izquierda, reduciendo impuestos o incrementando la inversión pública, que no el gasto público. El problema de ZP es que no sale ni por una ni por otra. Lo único que hace es gastar el dinero de los demás, el dinero de todos, para comprar votos y mantenerse en La Moncloa.

Eulogio López

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