Hay algo a lo que los responsables de imagen del Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, tienen un especial temor: a que el PP plantee como argumento político la limitación de mandatos o, si lo prefieren, la limitación en la permanencia en Moncloa.

Es más, algunos de esos asesores me manifiestan su sorpresa: no comprenden por qué el PP aún no ha puesto la cuestión sobre la mesa, considerando que la cuestión es muy popular… y que fue situada por vez primera en el centro del debate político por el popular José María Aznar.

Aznar era un hombre acomplejado ideológicamente pero entre sus virtudes como gobernante se encuentra la de imponerse la limitación de su mandato en Moncloa a los 8 años.

Si se repasa su estancia en Moncloa, hay que recordar que desde el primer día insistió en que no permanecería en Presidencia por más de ocho años, decisión ratificada incluso en el cenit de su carrera, cuando venció por mayoría absoluta, en las elecciones del año 2000. Y lo cumplió, realizando así una machada política, un modelo para el país… y provocando la división en su partido, que pasó cuatro años de desencuentro sobre el nombre del sucesor… en la seguridad de que Aznar se marchaba.

Por el contrario, Zapatero se cuida mucho de ponerse un límite. Es más, toda su política parece hecha para permanecer más tiempo que Felipe González, que consiguió 13 años largos y sólo se marchó cuando le echaron las urnas… y más por la corrupción propia que por la brillantez de la oposición, y por la mínima.

Por el contrario, la única estrategia política de ZP consiste en jubilarse en La Moncloa. Para ello, plantea trazas que apuntan hacia un cambio de Régimen, con resabios chavistas, aunque, por el momento, no haya pensado en ninguna ley de habilitación. Pero la insensatez de ofrecer a los nacionalistas todo lo que deseen, de pactar con los etarras, de sacrificar –no lo consiguió- a su propio correligionario Pepe Montilla con tal de llevar a Artur Mas a la Presidencia de la Generalitat y aislar al Partido Popular. Lo mismo puede decirse de su control, absolutamente estalinista de los medios informativos públicos y de su utilización goebbeliana de los medios privados, a través de la utilización de las concesiones administrativas de radio y TV.

Reparen en que la izquierda nunca dimite, que es la mejor manera de no perder el cargo.

Eulogio López