Mi admirado Ramón Pi escribía recientemente sobre un asunto apenas tratado, pero del que no deja de hablarse en el Partido Popular, una vez que los líderes de la derecha han dejado de lamerse las heridas por el desastre del 14-M. Pi, en el diario La Gaceta de los Negocios, advierte que el Partido Popular debe recuperar una serie de valores que abandonó cuando llegó a La Moncloa. Son valores cristianos, pero también humanos, especialmente el derecho a la vida, que condiciona el resto de derechos y la arquitectura entera del ideario personal. En eso consistiría la regeneración del PP.

 

Y es cierto, el Partido Popular había abandonado su ideario y se había convertido en una maquinaria de poder (y no mala, por cierto), en una tecnocracia en la que mencionar valores y principios era cosa de mucha risa, e incluso peligrosa para mantener el cargo. El PP se había vuelto hacia la modernidad y algunos de sus barones luchaban por saber cuál es más progresista. Su filosofía más profunda acabó por ser el libre mercado. Y no libre mercado como instrumento de igualdad de oportunidades (eso, al menos, tendría una nada despreciable vertiente ética), sino el capitalismo puro y duro.

 

La verdad es que desde el momento en que Aznar señalara como sucesor al preboste más tecnócrata de todos los candidatos, a Mariano Rajoy, la regeneración del PP ya se puso en entredicho. Sin embargo, ahora, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ese hombre que quiere ser califa en lugar del califa, presidente del Gobierno en representación de cualquier partido, el hoy por hoy miembro del Partido Popular, ha decidido regenerar a su modo el PP. Y así, requete-anuncia que el Ayuntamiento ofrecerá la píldora poscoital a las adolescentes madrileñas de "noche loca". Eso sí, lo hará bajo control médico, lo cual resulta muy reconfortante. Nada se dice de si se va a hacer a espaldas de sus padres, pero todo parece indicar que sí, que será a espaldas de sus padres. Es sabido que una de las obsesiones del progresismo, sea de izquierdas o de derechas, consiste en cargarse la patria potestad y, pasando de lo jurídico a lo moral, anular la autoridad, el prestigio y el ascendente de los padres sobre los hijos.

 

Para ello, Gallardón ya ha lanzado el mensaje de que la píldora poscoital no es abortiva. Y tiene toda la razón del mundo: como su mismo nombre indica, la píldora se toma después del coito. Si en este no se ha producido concepción, no hay aborto. Si lo ha habido, pues sí.

 

Hay que insistir en que la regeneración del PP también pasaba por aplicar una mayor dosis de liberalismo al asunto, en el sentido de que la persona se librara de la tutela del Estado y acudiera a las prestaciones públicas cuando realmente le viniera en gana. Pero no va a ser así. Por ejemplo, en las nuevas medidas contra la violencia de género se asegura que la autoridad podrá obligar a la mujer presuntamente maltratada a ser protegida aún cuando no haya denunciado a su esposo y decidir cuándo éste podrá ver a sus hijos: ¡Qué peligro! El asunto consiste en arrebatarle al sujeto (es por su bien, claro) la capacidad de decisión, arrebatarle su libre voluntad, su idoneidad y hasta su identidad.

 

Y es que a algunos partidos nunca les llega el momento de regenerarse, pero sí de enfangarse un poquito más. Para ello, sólo nos faltaba Gallardón. Pues bien, ya lo tenemos.

 

Eulogio López