Me encanta cuando oigo al medio dominante, la televisión, asegurar eso de que el Tesoro Público ha vuelto a triunfar cuando ha conseguido colocar una nueva emisión de deuda. Dicho sea de paso, a precios cada día más prohibitivos.

Al parecer, los periodistas televisivos, pero tampoco la ministra de Economía, Elena Salgado, ni el Banco de España repararán en que los mercados siempre te compran todo… con tal de que le ofrezcas más rentabilidad. Mismamente, la sobre-rentabilidad que te va a llevar a la ruina.

A ver si nos entendemos: un país, un banco, una empresa, una familia puede endeudarse con tres motivos. El primero para invertir. Toda deuda es mala pero ésta es la menos mala. Se supone que la rentabilidad de esa deuda satisfará el capital y los intereses y creará riqueza e incuso beneficio. En cualquier caso, lo mejor sería invertir con fondos propios.

El segundo objetivo puede ser endeudarse para gastar. El Estado, por ejemplo, para pagar prestaciones sociales. Puede quedar muy bonito en boca de un político pero lo cierto es que es una ruina. El gasto es lo que no produce, con lo que la deuda ha de satisfacerse con otros ingresos. En el caso de los políticos, impuestos. Y en una empresa o en una familia lo mismo: que un gestor pida un crédito para pagar las nóminas es como para echarse a temblar; que un ama de casa pida un crédito para llegar a fin de mes, es también como para echarse a temblar.

Pero no hemos llegado al fondo del pozo: la tragedia viene cuando uno se endeuda para refinanciar deuda anterior. Volvamos al ejemplo del Estado: es la deuda que ya no sirve, no para invertir ni para prestaciones públicas, sino para refinanciar deuda anterior. La deuda nueva, pagada a precio de oro, porque de otro modo los 'inversores' (es decir, los especuladores) no te prestan, sino para pagar la antigua. Entonces estamos en el círculo vicioso, en la burbuja. En esas estamos ya en España, en esas anda media Europa, en esa está entrando Estados Unidos. Por eso andamos como andamos.

Es lo que en el sector privado calificaríamos como estafa piramidal. Para entendernos, Gescartera: con las aportaciones de los nuevos clientes pagamos los intereses de los anteriores. Ya sabemos cuál es el final: la ruina, y ruina dolosa.

¿Cómo se sale de la deuda? No emitiendo deuda. En primer lugar reduciendo el déficit, que es el padre de la deuda y reduciendo la burbuja. En segundo lugar, reduciendo gastos, no aumentando ingresos, es decir, impuestos. En tercer lugar, llegando, no ya al déficit cero como acaban de programar Francia e Italia, sino al superávit. Porque cuando uno tiene deuda no le basta con ingresar lo que gasta: tiene que ingresar más y gastar menos. Como los ingresos no son flexibles… tiene que gastar menos.

¿Que eso significa apretarse el cinturón? Claro, pero una sola vez. Si seguimos emitiendo deuda viviremos el apretón permanente, justo antes de fallecer. La deuda no es una estafa piramidal. Lo que ocurre es que como la protagonizan los Gobiernos no podemos meterles en el cárcel, aunque motivos no faltan. En la Edad Media no pagar las deudas podría ser castigado con la muerte. Y sabían lo que se hacían porque el moroso, especialmente el señor moroso, empobrecía a todos los que tenía alrededor. Tranquilo ZP: no corres ese riesgo.

Reparen en que se comparara la deuda con el PIB, lo que no haría ninguna familia. Una familia no compararía su deuda con todo lo que produce sino con todo lo que ingresa, cifra sensiblemente inferior. Si comparáramos el nivel de deuda, no con el PIB sino con los ingresos del Estado, entones nos saldrían porcentajes mucho más elevados que el 60% que Europa todavía mantiene como límite.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com