Inmaculada Segura se encuentra de baja por depresión, los tribunales decidirán el día 19. Iberdrola considera que es una compañía puntera en la defensa de los derechos de la mujer trabajadora, que permite cinco meses por maternidad. La demandante exige una indemnización por los daños físico-psíquicos de 11.000 euros, 4.000 por los honorarios del letrado, 10.000 por los salarios dejados de percibir como consecuencia de la reducción de jornada y 225.000 euros por el daño moral de la pérdida de imagen

Tan fuerte como real. La responsable de tramitar el certificado de empresa familiarmente responsable y del programa Optima, del Instituto de la Mujer, para propiciar la igualdad de las féminas en el mundo de la empresa, Inmaculada Segura, se encuentra actualmente de baja por depresión y ansiedad y acaba de lleva a los tribunales a la compañía en la que trabaja, Iberdrola, por vulneración de los derechos laborales, es decir, acoso a consecuencia de haberse quedado embarazada. Los hechos de la denuncia -a la que ha tenido acceso Hispanidad- son los siguientes:

Segura es contratada por Iberdrola el 18 de marzo de 2002 -tras 10 años de ejercicio profesional en una prestigiosa consultora internacional- ocupando el puesto de directora de Compensación y Beneficios. Posteriormente se le encargaron las áreas de previsión social y organización, incrementando el equipo a su cargo. Hasta aquí todo normal.

Pero en octubre de 2003, esta ejecutiva se queda embarazada. Y aquí es cuando, según la denuncia, comienza el acoso y la marginación laboral. Pocos meses después, en enero de 2004, se produce una reorganización de la División de Recursos Humanos (¡qué tiempos aquéllos en los que a dicha división se le llamaba de Personal!). Como consecuencia de tal reorganización, la demandante pasa a depender de la dirección de Retribución y Desarrollo, aunque conserva todas sus responsabilidades y condiciones laborales. Su nueva dependencia jerárquica era relevante porque su nuevo jefe, Jaime Urcelay, había caído en desgracia frente al director de Relaciones Laborales, Álvaro Murga, con el que ella mantenía hasta entonces buenas relaciones.

Pero el sándwich no funcionó. O sí. El director de Relaciones Laborales le pidió que desautorizara a su jefe y la directiva se negó. Primera en la frente y una tensión que, según relata en la denuncia, le provoca una amenaza de parto prematuro y causa baja durante los meses de marzo y abril de 2004. El 29 de junio de 2004 da a luz a su hijo e inicia su periodo de baja por maternidad, momento que la eléctrica aprovechó para reasignar, con carácter definitivo, las competencias de previsión social que hasta entonces desempeñaba Segura. Es decir, la maternidad no fue la causa de sus problemas laborales, pero sí la puntilla que la compañía utilizó para acosarla, según la interpretación manifestada en la demanda.

¿Respeto por la maternidad? Fuentes oficiales de la compañía aseguran que Iberdrola es una compañía que apuesta claramente por la maternidad. Es justo lo contrario, somos una compañía superavanzada, con 5 meses de baja de maternidad; Iberdrola es una empresa puntera en la implantación de las Políticas de Conciliación de la Vida Familiar, señalan a Hispanidad fuentes oficiales de la eléctrica. Sería imposible el acoso a las madres en una empresa de 10.000 trabajadores donde hay embarazos todas las semanas, añaden.

¿Marketing? En octubre de 2004, la Ejecutiva es convocada por quien entonces era su inmediato superior, Salvador Torres, quien le comunica que es mejor que no regrese. Lo mejor es que te vayas voluntariamente, negociando la salida con la empresa. Por supuesto, ella no acepta semejante avanzadilla en la defensa de la maternidad y anuncia su regreso al finalizar su periodo de maternidad legal.

Mientras Salvador Torres -el que le contrató para la compañía- anuncia a su equipo que no figura en el organigrama porque tiene la intención de acogerse a la reducción de jornada. Una actitud que desautoriza la versión de la compañía de que nuestra directiva era de su equipo y no se acomodó a los cambios organizativos. Otro superior también le llegó a sugerir en público que no se acogiera a su jornada reducida: Mi mujer ha tenido cuatro hijos y nunca se ha tomado un permiso de maternidad.

Pero como Iberdrola está en vanguardia de la defensa de la mujer, cuando nuestra protagonista se reincorpora a su puesto de trabajo el 19 de noviembre de 2004, se encuentra desterrada en un despacho de cementerio de elefantes mientras que su primitivo jefe le decía que no tenía nada para ella.

Lógicamente, la directiva trata de hablar con el director de recursos humanos y servicios, con escaso éxito. Tras dos meses en el cementerio, la empresa le encargó la dirección de proyectos especiales, que como su propio nombre indica, son proyectos especiales, algo tan concreto que las fuentes oficiales no son capaces de describirlos a Hispanidad, aunque la señalan como una de las áreas más significativas de la empresa. ¿Qué proyectos?, pregunta ella. No lo sé, no me lo han dicho, pero haz una propuesta, le respondió entonces el jefe que la contrató, con quien según la empresa mantenía una buena relación laboral.

Nosotros haremos el esfuerzo de definición de funciones: Ella se encarga de vender a quien se lo quiera comprar que Iberdrola está seriamente comprometida con los débiles porque los empleados grabaron un disco de villancicos las pasadas navidades. Además del voluntariado, la directiva ha trabajado por la incorporación de personal discapacitado para mejorar la puntuación en el Dow Jones Sustainability Index. También ha incorporado a la empresa en el programa Óptima del Instituto de la Mujer para certificar a Iberdrola como compañía líder en la igualdad de oportunidades y trabaja en la obtención del certificado de empresa familiarmente responsable. Asuntos que han hecho que se convierta a posteriori en un área significativa. Paradojas del destino.

Pero eso es a posteriori; mientras tanto lo que ha habido es un calvario de mobbing y acoso que ha llevado a esta directiva a una situación de baja por depresión. Los empleados bajan la cabeza cuando se cruzan en el pasillo para no tener que saludarme, denuncia nuestra protagonista, quien -por supuesto- tampoco es convocada a las reuniones de trabajo.

La situación estaba tan tensa que finalmente le recomiendan una salida pactada. Pon tú la cifra. Ella pidió 300.000 euros porque su contrato estaba blindado con un paraguas de oro que rondaba los 200.000 y valoró que el acoso al que estaba siendo sometida podía alcanzar esa cuantía. Por supuesto, la compañía no aceptó esa cifra y la directiva fue recibida con gritos, insultos y descalificaciones, según relata en la denuncia. La compañía por su parte no puede echarla porque es ilegal echar a una mujer con reducción de jornada que acaba de ser madre. Así que el acoso siempre según la versión de la directiva- continúa, provocando la baja.

Conclusión: la directiva ha llevado el asunto a los tribunales por entender vulnerados sus derechos laborales. Además, exige una indemnización por los daños físico-psíquicos de 11.000 euros, 4.000 por los honorarios del letrado, 10.000 por los salarios dejados de percibir como consecuencia de la reducción de jornada y 225.000 euros por el daño moral de la pérdida de imagen.

Iberdrola señala que la empresa en ningún momento tiene ni ha tenido intención de prescindir de sus servicios y añade que no estando conforme con sus planteamientos ha decidido hacer frente a esta petición, no cediendo a las intenciones -que a nuestro modo de ver- se traslucen de la situación planteada por la directiva. Se lo traducimos: Iberdrola considera que nuestra directiva busca dinero. ¿La resolución? En el juicio del próximo 19 de abril.