Luego nos quejamos de la falta de transparencia en las elecciones políticas, pero aún es peor lo que ocurre en las elecciones a la presidencia de los clubes de fútbol. Por ejemplo, las elecciones al Real Madrid. Así, la Junta Electoral convertía a Ramón Calderón en nuevo presidente del Real Madrid a primeras horas de la tarde del lunes. Tan sólo había sacado 346 puntos de ventaja a Juan Palacios que fue, curiosamente, el primero en aceptar su derrota.

Pero lo más llamativo de la jornada fue los insultos y abucheos con lo que fue recibido el presidente saliente Florentino Pérez cuando acudió a votar. Desde su dimisión, la brillante imagen de gestor de Pérez se ha ido diluyendo como un azucarillo. El madridismo ha caído en la cuenta de que Pérez ha creado un equipo de estrellas que no sienten otros colores que los de la chequera de su cuenta corriente. El propio Florentino justificó su dimisión ante su incapacidad para hacer que el vestuario obedeciera las órdenes del club. Por si fuera poco, el presupuesto del Real Madrid se encuentra hipotecado para mucho tiempo, por invertir en jugadores que por su edad resultan invendibles.

Pero la ambición de Don Florentino no conoce límites, así ha pretendido eternizarse intentando que se nombrara un sucesor influenciable. Y lo malo es que lo ha conseguido. Había dos candidatos, Villar Mir y Calderón claramente florentinianos, de hecho, y como ya hemos informado en Hispanidadl, si había un candidato que Florentino no quería ver como presidente ni en pintura era Juan Palacios, justo el que se ha quedado a las puertas. Con buen criterio Palacios ha declinado la oferta de Calderón de convertirse en vicepresidente, ese cargo que todo el mundo traduce como una degradación en toda regla.

Pero así son las cosas, los que bramaban contra Florentino han dado la victoria al hijo putativo de Florentino. No lo duden, habrá pocos cambios en el Real Madrid.