Decíamos ayer, cuando la crisis de agosto, que no era Aznar quien debería haber viajado a Melilla, sino Mariano Rajoy, que para eso es el jefe de la oposición y no un ex presidente aparentemente jubilado.

Finalmente, ese gallego frívolo que es el presidente del Partido Popular (cosa extraña, porque los gallegos pueden ser muchas cosas, pero no frívolos) ha decidido viajar a la ciudad española ubicada en África.

De paso, vuelve a resaltar la cobardía del presidente Zapatero y se da un baño de multitudes.

Ahora bien, el gesto no basta. Lo que Rajoy debe anunciar es un cúmulo de medidas para españolizar y militarizar Ceuta y Melilla. Aumentando el número de tropas y reduciendo el porcentaje de militares de origen marroquí, muchos de los cuales viven en Marruecos y pasan la frontera de las dos plazas africanas cada día, para cumplir con su horario laboral. Es evidente que en caso de conflicto le serán fieles a Rabat. Estamos como en Afganistán o en Somalia, formando ejércitos que un día aprovecharán su experiencia militar para volverse contra España.

Recordemos, se trata de no aceptar más de un 5% de extranjeros pero son más de la tercera parte los soldados que en esas dos plazas tienen ascendencia marroquí. Aquí opera el principio jurídico de que un marroquí nunca pierde su nacionalidad, que es irrenunciable, aunque reclame la española. Además, trasladar tropas a las dos ciudades es la mejor forma.

Eulogio López

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