El martes 8 se celebra el día internacional de la mujer trabajadora. Como siempre, la atmósfera imperante nos lleva a preguntarnos si la mujer que libremente ha preferido quedarse en casa cuidando de sus hijos trabaja o es sólo mujer.

A tenor del asunto, ayer vi en una televisión, por lo demás conservadora, un debate sobre conciliación. En un momento dado, y sin que nadie interpusiera un argumento, la representante del Ministerio de Trabajo aseguró que el Estado, y más en estos momentos de crisis, no puede fomentar la natalidad porque si no "también debería fomentar la contracepción". Oiga y todo el mundo se calló.

Mire usted, en primer lugar, el Estado sí fomenta la contracepción y el aborto a todos los niveles y por todas las vías. La mujer española lo tiene muy difícil para tener hijos, no digamos para criar una familia numerosa, pero lo tiene sencillo y gratis para no tener hijos: aborto, PDD, contraceptivos facilitados por la Seguridad Social, condones, etc. Pero es que, además, lo que es bueno es la natalidad, señora, no la contracepción. Es como si me dijera que no podemos pretender que el Estado reprima el asesinato porque entones también tendrían derecho los que piden que lo fomente.

Verá, la natalidad es buena, entre otras cosas porque si alguien no hubiera decidido tenerla a usted no podría ahora hablar en televisión contra la natalidad. Esto es lo malo de los seres humanos: que todos somos nacidos y ni tan siquiera nos pidieron permiso para ello.

El segundo argumento para que el Estado no apoye la natalidad es que estamos en crisis. Sí, y una de las causas de la misma es la baja natalidad española. Vamos a ver cuánto le costaría al Estado implantar un salario maternal, es decir, un salario a toda pareja que se decidiera a tener hijos. Utilicemos para ello el salario mínimo interprofesional, que en términos netos anda por los 650 euros.

Con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (Indicador demográfico básico), en España, en 2009, nacieron 493.717 niños, por cierto, un 5% menos que un año antes. Multipliquen y verán que pagarle un salario maternal a toda mujer que se queda en casa -por tanto, pierde competitividad  respecto la varón- para cuidar a su hijo costaría menos de 4.000 millones de euros al año. Pues bien, el Gobierno español se ha gastado 206 millones sólo en subvenciones a organizaciones feministas para las más sublimes chorradas.

¿Hasta cuándo le pagamos el salario maternal? ¿Hasta los seis años? Entonces estaríamos hablando -cuando se acumule el gasto no antes- de  24.000 millones de euros. Pues bien, en pensiones contributivas el Estado se gastó 98.000 millones de euros. Pero mucho más significativo: las pensiones no contributivas le salieron al Estado por 6.356 millones de euros año.

No hay ninguna excusa para crear el salario maternal y en tiempos de crisis es más necesario que nunca. Eso sí, sería una medida en defensa de la mujer, porque si la mujer cobra un salario por ser madre tiene todo el derecho a cobrar porque está aportando a la economía lo que más necesita la economía: contribuyentes.

Además, sería una espléndida opción por la igualdad, dado que la mujer que decide ser madre pierde años de competencia respecto a sus compañeros varones.

Es urgente instaurar el salario maternal, pero aún más urgente desmontar las mentes de todos los grupos feministas que dicen defender a la mujer mientra se deniega el salario maternal bajo la amenaza de hundir el Estado del Bienestar. Menos coñas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com