En 1978, tras dos de años de trabajo, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) consiguió definir el dolor de la siguiente manera: “Una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a una lesión real o potencial o descrita en términos de dicha lesión”. Esta definición fue aceptada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y por toda la comunidad científica y sanitaria como “un referente de máximo valor”. 

Esta es la definición oficial, pero para el resto de los humanos, el dolor es una señal de que algo va mal. Cuando alguna parte del cuerpo tiene una lesión, o hay algún órgano dañado, el sistema nervioso envía un mensaje al cerebro con la información de lo que está pasando y el cerebro reacciona con dolor en la zona lesionada o en el órgano que no funciona correctamente, de esta manera, el dolor puede ayudar a diagnosticar un problema.

El dolor es una sensación desagradable, puede ser como un pinchazo, un hormigueo, una picadura o una molestia, puede ser agudo o sordo, intermitente o constante. Se puede sentir dolor en una zona concreta del cuerpo como la espalda, la pelvis, el pecho, el estómago o se puede sentir un dolor generalizado en todo el cuerpo.

En España, el 32 por ciento de la población adulta sufre algún tipo de dolor

El dolor se puede clasificar de diversas maneras, una de ellas en dolor agudo y crónico. El dolor agudo es el que se presenta de repente, como consecuencia de una lesión, inflamación o enfermedad, dura relativamente poco aunque sea intenso y puede convertirse en dolor crónico.

El dolor crónico es el que dura mucho tiempo, normalmente más de tres meses y de forma continuada o más de un mes después de haber remitido la lesión o de haberse curado la enfermedad que lo ha provocado. “El dolor crónico puede producir en el paciente efectos tanto a nivel físico como psicológico, desde movilidad reducida a ansiedad, alteraciones del sueño, falta de apetito o depresión”, afirma la doctora Marta Donoso Domínguez, especialista de la Unidad del Dolor del Hospital de Día Quirónsalud Talavera.

Muchas personas son más sensibles al dolor que otras, esto ocurre porque la causa del dolor excita constantemente las fibras y las células nerviosas que detectan, envían y reciben las señales del dolor. Esta excitación continua, activa y modifica las células nerviosas, lo que provoca que estímulos que no son dolorosos lo sean y los que son dolorosos sean más intensos. También la ansiedad, la depresión o algún problema psicológico pueden hacer que algunas personas sientan el dolor de manera más desagradable.

Cuando una persona sufre dolor crónico sabe que si en un momento desaparece, volverá con más o menos intensidad, lo que le provoca miedo y ansiedad. Estas sensaciones disminuyen la producción de endorfinas, las sustancias que reducen la sensibilidad de las neuronas del dolor.

Se puede sentir dolor en una zona concreta del cuerpo como la espalda, la pelvis, el pecho, el estómago o se puede sentir un dolor generalizado en todo el cuerpo

Las endorfinas se liberan cuando se realizan actividades placenteras, al estar estresado, ansioso, o temeroso, estas sustancias frenan su producción. Las personas que sufren dolor crónico a menudo se sienten cansadas, sin ganas de comer, con problemas para dormir, puede disminuir su deseo sexual y suelen perder peso. Además, no disfrutan de las actividades que realiza normalmente, lo que las lleva a la depresión, la ansiedad y, en ocasiones, al aislamiento social.

Existen muchas formas de tratar el dolor, dependiendo de la causa que lo produce y el tipo de dolor que sea, desde analgésicos, acupuntura o fisioterapia, hasta infiltraciones guiadas con ecografía y rayos X, bloqueo epidural con control de imagen, anestesia local intravenosa o radiofrecuencia pulsada.

En la Unidad del Dolor del Hospital de Día Quirónsalud Talavera cuentan con un equipo de especialistas para el tratamiento y seguimiento de pacientes con dolor agudo, crónico y postoperatorio, “el simple hecho de contar con un diagnóstico y un seguimiento adecuado por parte de un especialista, sentirse escuchado, saber que su caso no es único, conocer las posibles opciones de tratamiento, es un paso muy importante para el paciente de cara a mejorar su funcionalidad y  calidad de vida”, explica la doctora Donoso Domínguez. Además, el tratamiento, al estar indicado para un tipo de dolor y una patología concreta, se lleva a cabo de forma personalizada según las necesidades de cada paciente consiguiendo que el tratamiento funcione de manera óptima y consiga mejores resultados a medio y largo plazo.

Enfermedades como el cáncer, la artritis, la diabetes o la fibromialgia pueden ser causantes de dolor crónico. Algunas zonas musculares o de tejido conjuntivo pueden ser muy sensibles y dolorosas al tocarlas y producen un dolor intenso que se irradia a otras zonas del cuerpo.

Enfermedades como el cáncer, la artritis, la diabetes o la fibromialgia pueden ser causantes de dolor crónico

Como consecuencia de esto, una lesión, aunque sea leve, si las fibras y las células nerviosas se han sensibilizado, también puede provocar dolor crónico.  El dolor lumbar, la artrosis en personas mayores, el dolor musculo-esquelético o el dolor neuropático que se produce por una lesión o una enfermedad del sistema nervioso suelen ser las patologías más frecuentes que producen dolor crónico.

En España, el 32 por ciento de la población adulta sufre algún tipo de dolor. La prevalencia del dolor crónico llega al 17 por ciento y de ese 17%, el 47 por ciento sufre dolor a diario. Entre 4 y 8 de cada diez personas que acuden al médico, lo hacen por un dolor.

Desde el punto de vista laboral, el dolor crónico provoca la mitad del absentismo laboral, además, el dolor crónico es el causante del 60 por ciento de la incapacidad laboral permanente. Mantener una postura correcta del cuerpo cuando se realizan ciertas actividades, hacer ejercicio físico o llevar una dieta equilibrada, son medidas que pueden ayudar a prevenir el dolor crónico. Asimismo, el equilibrio emocional juega un papel importante en esta enfermedad.