Con analizó Ignacio Aguirre en Hispanidad, el origen de la crisis de criminalidad que asola EEUU tuvo su origen en 2020, y como protagonistas al movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) y al grupo anarquista Antifa, que llenaron de terror las calles de EEUU y durante las elecciones presidenciales de ese año, ejercieron de guerrilla callejera contra el entonces presidente, Donald Trump, aupados bajo el manto del candidato presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden, y de su formación política, así como de la progresía mediática.

La estrategia de socavar a Trump fue un éxito para estos violentos grupos. Sin embargo, tras la llegada de Biden a la Casa Blanca, tales radicales se convirtieron en los nuevos legisladores en la primera potencia mundial, y apadrinaron el movimiento “defund the police” (“retirar la financiación de la policía”) que logró que, las principales ciudades del país con ejecutivo demócrata adoptaran medidas para eliminar la dotación y recursos de las fuerzas y cuerpos policiales. Las funestas consecuencias de estas medidas por todos son conocidas, y la situación de descontrol se agravó durante los cuatro años de presidencia de Joe Biden y vicepresidencia de Kamala Harris, uno de los peores legados del tándem progresista.

Aupado por su poderosa victoria en las presidenciales de noviembre del pasado año, erigido como el candidato de la ley y orden, el ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde su regreso a la Casa Blanca en enero de este año, ha puesto el foco en volver a hacer de EEUU un país seguro, confrontando a los grupos criminales. La estrategia ha sido clara, dado que el foco de la delincuencia son las principales ciudades del país, feudos del Partido Demócrata.

La primera toma de control fue en la capital federal Washington DC, una de las más asoladas por el crimen, donde tras la decisión del presidente Trump de enviar a la Guardia Nacional, la situación ha mejorado notablemente.

Trump estaba dispuesto a repetir fórmula en Oregón y en California. Recordemos que hace menos de un año, su progresista gobernadora demócrata, Tina Kotek,  tuvo que recular en su plan de legalizar las drogas. Era su gran medida, la llevó a cabo, la droga era completamente legal y la situación en el Estado se volvió insostenible, por lo que Kotek tuvo que volver a ilegalizarlas. Desde entonces, Oregón no levanta cabeza.

Trump anunció este fin de semana que había enviado 200 soldados de la Guardia Nacional de Oregon en Portland para restablecer la seguridad de la ciudad. La orden fue bloqueada por una jueza, por lo que el republicano ha anunciado que enviará tropas californianas al estado vecino. Decisión que también ha sido bloqueada, y es que California y Oregón solicitaron la orden de restricción temporal.

Así, California decidió sumarse a la demanda de Oregón contra el gobierno de Trump. El fiscal general de California, Rob Bonta, se unió al fiscal general de Oregón, Dan Rayfield, para solicitar al Tribunal del Distrito de Oregón que bloqueara el despliegue ante la incontrolable situación que vive la ciudad. 

“Este es un abuso de poder vergonzoso. La Administración Trump ataca sin complejos el propio Estado de derecho y pone en práctica sus peligrosas palabras: ‘ignora las órdenes judiciales’, y trata a los jueces, incluso a los nombrados por él, como oponentes políticos”, dijo el Gobernador de California, Gavin Newsom en un comunicado.

Y cuidado, que los demócratas pretenden bloquear el plan de Trump, pero éste es aplaudido por los estadounidenses.