Entre los cinco partidos nacionalistas (ERC, Junts, Bildu, PBV y BNG), con sus líderes correspondientes, que, con su apoyo a socialistas (PSOE) y comunistas (SUMAR) han llevado a España al guerracivilismo, sin duda el más inteligente es el heredero de ETA, Bildu, dirigido por el inteligente exetarra Arnaldo Otegi (pronúnciese Otegui aunque esté mal pronunciado según su grafía).

Así, justo cuando en el segundo consejo de ministros del nuevo mandato de Sánchez, el presidente ha renovado a su 'núcleo duro' de la anterior legislatura, el hombre de Bildu anunció que España es un Estado plurinacional, y que si Sánchez no le reconoce así, sus seis diputados le harán caer de la misma forma que los cinco diputados del PNV hicieron caer a Mariano Rajoy. y Otegi amenazó directamente a Sánchez: o haces lo que te ordenamos o la legislatura no durará.

Es un farol, sí, porque para tumbar a Sánchez estas cinco fuerzas no tienen fuerza... ni de lejos. Si Sánchez les necesita a ellos para seguir en Moncloa, ellos necesitan a los 121 diputados socialistas, para mantener su poder decisorio.

La España de hoy: la gente se gasta sus ahorros en bares y restaurantes: comían y bebían se casaban y se daban en casamiento... hasta que llegó el diluvio

Ahora bien, el insulto vino antes: Otegi dejó claro que España sólo es un Estado, es decir, un ente burocrático que alberga muchas naciones, entre ellas, naturalmente la nación vasca. Y Sanchez lo acepta.

La actitud de Otegi revela el nuevo estilo Arzallus, ahora redivivo. Ni el líder del PNV, Andoni Ortúzar, ni el de Bildu, el preciado Arnaldo, quieren ser lehendakari pero el nombre del lehendakari lo deciden ellos. Prefieren colocar en ese cargo a un títere que les haga el trabajo de gobernar mientras ellos dan las órdenes entre bambalinas sin renunciar a las cámaras. Y lo mismo ocurre con Puigdemont el prófugo y Junqueras el convicto: saben que volver a gobernar puede resultar una ensoñación pero para mandar basta con que acrecienten su leyenda de perseguidos, al menos para la otra vez creciente majadería separatista.

Vamos con el otro bando, con el de Moncloa. Los ministros no son para Sánchez más que agentes propagandísticos y tiralevitas de su persona. Quien realmente gobierna España es el centenar de asesores -sí, un centenar de personas- que en el Consejo de Ministros del martes 28 fueron ratificados por el presidente. Entre ellos, tres nombres clave: el jefe de la Oficina del Gobierno y su vicejefe: Óscar López y Antonio Hernando. A estos dos unan al peligroso Francisco Salazar, el responsable de Planificación Política. Y no olviden al conocido 'abogado del diablo' de Nadia calviño, Diego Rubio, el responsable de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, a la que nos referíamos en nuestra anterior edición, el responsable de aconsejarle a Sánchez que hay que seguir mintiendo, y mintiendo a lo grande, porque la economía española no marcha bien: es cuando el presidente se planta delante de las multinacionales extranjeras y les suelta aquello de que "la economía española está a la cabeza de Europa". Ellas no se lo creen, por supuesto, pero asienten con una sonrisa grande para seguir cobrando las subvenciones que les pagamos toso los españoles con nuestros impuestos.

Pero volvamos a lo importante. Otegi marca el camino: España no es una nación, sólo es un Estado de naciones y, frente a ello, no se engañen, Pedro Sánchez no le va a contrariar: sabe que la sociedad española continúa abotargada y que puede hacer lo que quiera, mentir cuanto quiera y mantenerse en el sillón de mando con un solo dogma: no me voy ni aunque me echen, no me muero ni aunque me maten.

Es importantísimo el rezo del Rosario, a ser posible en público. La clave sigue siendo la recristianización de España, la única fuerza que puede enfrentarse a la ingeniería social del Sanchismo. ¿Los obispos deben enfrentarse directamente al Sanchismo? Sí, lo que no significa apoyar al PP

A Sánchez no le importa destruir España si él continúa gobernando España. Por tanto, habrá que luchar porque con el gobierno socio-comunista actual no se puede pactar. Ahí empieza a surgir la idea de un 15-M 'burgués' en la calle Ferraz. Podemos nació del 15-M, de los indignados, que tomaron la Puerta del Sol durante meses. Como gobernaba Rajoy no envió, al segundo día, a los antidisturbios, como ahora Sánchez ha mandado desde el primer día a la calle Ferraz a los antidisturbios y con órdenes de golpear hasta a los ancianos y bajo el embuste de que son un puñado de ultras.

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¿Una acampada en la detalle Ferraz de Madrid? ¿Por qué no? Ahora bien, hay un problema: Juan Español hombre de bien, tiene que trabajar par sacar adelante una familia, no puede dedicarse a vivir en la calle 24 horas al día. Los indignados de Pablo Iglesias viven del cuento o de sus familias burguesas: esos sí que podían.

En el entretanto... tampoco nos engañemos. En la España de hoy, la gente se gasta sus ahorros en bares y restaurantes y pide créditos para marcharse de vacaciones. Es decir, vivimos un país que rememora el Carpe Diem y las palabras evangélicas: comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento... hasta que llegó el diluvio. El Gobierno presume de que los restaurantes están llenos y es cierto... como es cierto el precio a pagar por ello: familias y particulares apalancados... que mañana moriremos.

Hablando del evangelio: por eso es tan importante el rezo del Rosario, a ser posible en la calle, sin miedo. Un rezo que nuestro heroico gobernador de Madrid, Francisco Martín, trata de reprimir con los antidisturbios, a ser posible en público. La clave sigue siendo la recristianización de España, la única fuerza que puede enfrentarse a la ingeniería social del Sanchismo... y la que más preocupa a Sánchez. Y en este punto, ¿los obispos deben enfrentarse directamente al Sanchismo? Sí, lo que no significa apoyar al PP, que no deja de ser algo muy parecido a la cristofobia sanchista de izquierdas, sólo que en cristofobia de derechas. Recuerden que el blasfemo puede ser preferible al tibio.

Solo Cristo y el Rosario, en esta Tierra de María, pueden hacer que España despierte. Si no, seguiremos en la era Sánchez, el profanador.